“Uno de los problemas de legitimidad que tiene el macrismo es que no ha logrado imponer su lengua, porque no la tiene”, plantea Damián Tabarovsky (Buenos Aires, 1967), autor de las novelas El amo bueno, Una belleza vulgar y Autobiografía médica, entre otras. “Quizás ahora sea el primer momento en el que hay una batalla por la lengua en esta idea de que la Argentina es un consorcio y que las cuentas tienen que estar en cero. Los economistas usan la metáfora trivial de que en tu casa no gastás más de lo que ganás y en un país tampoco. Pero un país tiene otra complejidad –aclara el escritor y editor de Mardulce–. Sin embargo, la idea que se está imponiendo es que la Argentina ha vivido de fiesta en los últimos setenta años. Porque ya no es un discurso contra el kirchnerismo, se lo amplió a setenta años para incluir también al peronismo. Ahora tenemos que vivir con déficit cero. Ahí es donde veo que el PRO encontró un hiato de lengua que puede hacer sintonía con cierto sentido común, pero uno de los grandes problemas que ha tenido es la dificultad para imponer una lengua”.

–¿El kirchnerismo logró imponer una lengua?

–Sí, fue la traslación al discurso público de cierta jerga de la ciencia política. Eso fue el habla del kirchnerismo y de ahí también su pobreza. Si escucho que alguien dice “hay que visibilizar”, digo “esa persona es kirchnerista”. El kirchnerismo impuso una lengua, pero fue la adaptación pública de Cristina Kirchner de cierta habla trivial de la ciencia política, por lo tanto impuso una lengua que nunca me resultó interesante como discurso oficial del kirchnerismo. Después había otros discursos, como el de Horacio González –como (Juan José) Sebreli en Los deseos imaginarios del peronismo–, que sería el kirchnerismo imaginario de Horacio, que es una lengua notoriamente interesante, donde hay tragedia, hay drama, hay locura. Nada de eso hubo en el discurso público sino en los márgenes del kirchnerismo. Ahora no hay lengua. No la tiene el gobierno, pero tampoco la tiene la oposición; es un momento de no lengua, entonces aparece la verdad desnuda.