“Mire, le conviene arrepentirse –le dijeron desde la fiscalía a Lázaro Báez a fines de 2016–. Nosotros podemos unificarle la condena para que sea baja. El juez Sebastián Casanello está arreglado con Cristina y la quiere salvar a Cristina. Fíjese que se reunieron en Olivos. Tenemos dos testigos que dicen que los vieron. Así que, si usted se arrepiente y denuncia a Cristina le damos pena baja y, además, esquiva el arreglo del juez con la ex presidenta”. Esta es, palabras más, palabras menos, la maniobra que desde la ex SIDE habría armado el fiscal Eduardo Miragaya con un doble objetivo: sacar a Casanello de la causa Báez y de otras causas, como también para presionar al constructor para que declare contra CFK. En eso consistió la estrategia macrista. Casanello no sólo demostró la falsedad de los hechos –no hubo ninguna reunión en Olivos con CFK– sino que la semana pasada pidió la investigación del hombre de los servicios, Miragaya, y de quien fuera abogado de los hijos de Báez, Santiago Viola, participante de la maniobra. Es de máxima gravedad que la Agencia Federal de Inteligencia (AFI) macrista haya infiltrado la defensa de Báez usando a sus hijos. 

La jugarreta de la ex SIDE exhibe cómo se utiliza el aparato de inteligencia. El engaño se basó en hacerles creer a los hijos de Báez que Casanello se vio con CFK en Olivos y que por lo tanto juez y ex presidenta tenían un acuerdo. Hubo un coro de periodistas que en diarios, radio y televisión difundieron el supuesto encuentro en Olivos, hasta con fechas y horarios falsos. La jugarreta tuvo eco en la Cámara Federal que ordenó, vergonzosamente, una investigación sobre Casanello. Fue el magistrado el que al final hizo la denuncia penal y se demostró que los dos testigos plantados por la AFI, Gabriel Corizzo (empleado de Anses) y Carlos Scozzino (chofer de presidencia), mintieron. Terminaron procesados por falso testimonio y ahora ya no se defienden sino que quieren que se les aplique una probation. El fraude pergeñado por el trabajo de la inteligencia macrista, los periodistas y una parte de Comodoro Py se derrumbó. 

El objetivo de la AFI de Cambiemos fue sacar al juez del expediente, pero no sólo de ese expediente. Apuntaron a darle un golpe que les permitiera manejar la causa Báez a través de otro magistrado, involucrar a CFK en el delito de lavado de dinero, pero además apuntaron a que el escándalo dejara inhabilitado a Casanello en otras causas, en especial dos: Panamá Papers y Time Warp, causas de peso en el que están involucrados dirigentes y funcionarios de Cambiemos. 

Los hombres de la AFI convencieron a los hijos de Báez y les prometieron que sacaban de la cancha al juez que tenía detenido a su padre. Con ese ardid, produjeron entonces una maniobra insólita: el hijo mayor se consideró imputado –nadie lo había imputado hasta entonces– y designó como abogado a Santiago Viola, el hombre vinculado a la AFI. Y de inmediato produjeron la ruptura con el juez reclamando su apartamiento. Por lo general, los defensores de un imputado empiezan tratando de convencer a un juez: en este caso, el primer paso fue hacer un gran gesto contra el magistrado.

En paralelo, esta maniobra les permitió acercarse al constructor. Según el relato del círculo cercano a Báez, lo empezaron a convencer que le convenía declarar contra CFK y le hicieron hasta una lista de precios: si declaraba tal cosa, podrían reducirle la condena a tantos años; si declaraba tal otra, la reducción podía ser mayor, y así sucesivamente. Báez les dijo: “no tengo nada de que arrepentirme. Lo que buscan no lo van a encontrar acá”. También los abogados de Báez padre, Maximiliano Rusconi y Gabriel Palmeiro, pusieron un freno a la maniobra y hubo momentos de fuerte tensión con Viola. 

La investigación sobre la falsa reunión de Olivos demostró que el fiscal Miragaya, revistando en la AFI, y el abogado Viola hablaron por celular nada menos que 238 veces durante todo el período en el que jugaron las cartas sobre los hijos de Báez y trataron de convencer al padre de que declare contra la ex presidenta. Las comunicaciones se incrementaron en los días en que declararon los falsos testigos sobre la reunión de Olivos. Muestra el vínculo y la operación de la inteligencia macrista.

En un escrito presentado la semana pasada, Casanello pidió que la investigación sobre los testigos falsos que declararon en la causa sobre la reunión de Olivos se extienda a Miragaya y al abogado Viola. Y menciona que en el caso de Miragaya no sólo se trata de incumplimiento de los deberes de funcionario público sino de acciones de inteligencia interna prohibidas por ley. 

Queda pendiente ir aún más arriba, hacia la cúpula de la AFI y el Poder Ejecutivo. Miragaya tiene vínculo directo con la número dos de la inteligencia, Silvia Majdalani, y todos están bajo la responsabilidad del Señor 5, el jefe de la AFI, el amigo presidencial, Gustavo Arribas.

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