En una columna publicada en este diario el pasado 12 de septiembre, el comunicólogo Darío G. Martínez cuestiona el proyecto educativo que está desarrollando Cris Morena, Otro Mundo (https://www.pagina12.com.ar/141608-la-meritocracia-pop-de-cris-morena). Su argumento principal es que la construcción de dos espacios de formación artística que está llevando adelante parten de una mirada ahistórica del aprendizaje y que su presentación fue aplaudida por el establishment del coloquio de IDEA. En respuesta a eso, Martínez propone un contexto para analizar las implicancias de esta iniciativa educativa. El objetivo de este artículo es el de aportar elementos que sumen a poner este proyecto en perspectiva. ¿Cuáles son las fuentes de las que se nutre esta idea de Cris Morena y en qué va a consistir? ¿No hay, acaso, en la mirada prejuiciosa del mundo progresista hacia la televisión masiva una barrera a la escucha que obtura el diálogo?

El artículo de Martínez basa sus conclusiones en una entrevista con la revista del diario La Nación (https://www.lanacion.com.ar/2164678-cris-morena-transforme-dolor-vida>), y la presentación de Otro Mundo en el coloquio de IDEA. La nota , muy comentada en las redes sociales a partir del epígrafe en el que Cris habla del “fin de las universidades”, fue interpretada como una referencia al conflicto del gobierno nacional con los trabajadores de la educación pública. A esa lectura, compartida hasta por la cuenta de la ex Casa Rosada 2003-2015, le falta un poco de contexto. 

En esa entrevista con La Nación Revista -y en otras–, Cris hace un cuestionamiento a la educación formal desde dos aristas. Primero, en línea con la filosofía Montessori y Waldorf y en sintonía con las propuestas del pedagogo Sir Kevin Robinson, apunta contra la estandarización del conocimiento que no promueve el interés de los estudiantes. Estas corrientes de pensamiento se enfocan primordialmente en el costado negativo de lo que Beatriz Sarlo denominó “la máquina cultural”.

El segundo lugar desde el que Cris se para para cuestionar a “la educación formal” tiene que ver con su propia formación escolar. Nacida como María Cristina De Giacomi, fue a La Asunción de la Virgen, actual San Martin de Tours para Niñas en Barrio Parque. Ubicado en un universo elitista y cerrado, ese colegio dio un giro de 180 grados cuando las monjas asuncionistas que lo manejaban quisieron acoplarse al clima de los tiempos. Inspiradas por el Concilio Vaticano II, este grupo de religiosas promovió a fines de los 60 una democratización del colegio. Intentaron, con el apoyo de un grupo de madres, padres y alumnos en el que se encontraba Cris, establecer un fondo de becas para que las hijas de los trabajadores de la zona (kiosqueros, encargados de edificios) pudieran educarse ahí. La respuesta de los padres y madres conservadores fue tan airada que las religiosas (la cara más conocida de este grupo es la hermana Adela Helguera) terminaron dando un paso al costado y decidieron formar comunidades de base en distintas zonas del país. Por ejemplo, fundaron un colegio (católico y con cuotas accesibles) en Gerli. En ese colegio se educó Pedro Saborido, autor de Peter Capusotto y sus videos, quien dijo en una nota con este diario que fueron esas monjas las que le dieron su primera educación político-social y lo acercaron a una sensibilidad peronista. En el caso de Cris, el contacto con estas religiosas asuncionistas la llevó a estudiar Trabajo Social en el Instituto de Cultura Religiosa Superior, el centro de la intelectualidad católica femenina y tercermundista. En esas aulas conoció al padre Carlos Mugica, con quien hizo tareas de voluntariado en la Villa 31.

Inspirada en esas experiencias, Cris está desarrollando Otro Mundo. Con dos sedes, va a ser un espacio extracurricular de formación en distintas disciplinas artísticas (teatro, contenidos audiovisuales, danza, etcétera). La escuela de Vicente López va a ser paga y va a financiar a la de Villa Martelli, cuyos estudiantes van a pagar un bono contribución significativamente menor. Ambas sedes van a estar interconectadas (el teatro va a estar en un edificio y la sala audiovisual en otro), por lo que estudiantes de distintos backgrounds se van a cruzar de manera permanente, en las clases y los elencos. Una reproducción, a escala menor, de la integración social que fue la base de la escuela pública argentina, aunque con una mirada menos academicista y más enfocada en el arte. Se puede pensar, en ese sentido, a Otro Mundo como un proyecto pequeño y reformista, pero no “funcional al sentido común” o “ahistórico”. En este caso particular, los prejuicios que existen hacia la cultura televisiva y hacia la figura de Cris en particular, hacen que muchas personas se enojen contra algo que no es (una idea de modificar el sistema educativo argentino) y que asomen nociones elitistas acerca de quién dispone del capital cultural suficiente para participar del debate público, en este caso, sobre educación.  Desde sus orígenes, la TV ha sido mirada con recelo y hasta con desprecio por gran parte de los intelectuales que la percibieron como una degradación de formas “superiores” del arte. Como indican Michael Z. Newman y Elana Levine en la introducción de su libro Legitimando a la Televisión, esa tendencia empezó a cambiar recién en los últimos años con el surgimiento de las series de culto que le dieron prestigio a la televisión… por decir que no eran parecidas a la televisión tal como la conocemos. Estos prejuicios, explican, retomando a Bourdieu, tienen un indisimulable contenido de clase y parten de la asunción de que las audiencias son pasivas y no pueden hacer nada frente a los estímulos que reciben. Esas viejas nociones de la televisión como “caja boba”, junto a una mirada descontextualizada del proyecto educativo encarado por Cris Morena (una entrevista y un discurso no alcanzan para tener una idea global de un fenómeno), hace que se pierda el eje de la discusión y que haya enojos o sentencias un poco apresuradas.

* Periodista, licenciado en Ciencia Política (UBA), Maestrando en Estudios sobre Cine, Televisión y Nuevas Pantallas (Birkbeck College, Universidad de Londres). Autor del libro Cris Morena, la mujer que transformó la adolescencia argentina (Milena Caserola).