El panorama del sistema de medios de Argentina se modificó en los últimos años, tanto por razones propias de la actualidad política y económica, como por el cambio tecnológico global que da cuenta de un reposicionamiento de los medios tradicionales, las empresas de telecomunicaciones y los nuevos medios, como Google y Facebook, que no sólo transmiten un producto o un entretenimiento, sino también datos y contenidos. Martín Becerra es especialista en el estudio de los sistemas de medios de comunicación en América Latina, investigador del CONICET y profesor en varias universidades públicas del país. Participó del Congreso Nacional sobre Democracia que se realizó hace pocas semanas en la Facultad de Ciencia Política y Relaciones Internacionales de la Universidad Nacional de Rosario, donde realizó un profundo análisis de la actualidad mediática.

Las políticas desplegadas por el Gobierno Nacional desde diciembre de 2015 modificaron el ecosistema de medios y a esto se le suma la profundización de la crisis económica, lo que hizo un combo con muchas aristas de análisis. “La economía del sector está pasando un momento muy difícil, especialmente el de la radio, que está en un momento crítico. Diría que el ejemplo más cabal es la fusión entre Cablevisión y Telecom, es decir entre productores de contenidos, distribuidores de contenidos y transportadores de red, sin condicionamientos, a diferencia de otros países. Esto profundiza el carácter concentrado de la estructura de propiedad de los medios y comunicaciones en Argentina, sin que haya contraprestaciones de interés público, que es lo que se le exigiría en cualquier otro país”, resaltó Becerra. 

La convergencia es un término que, durante la actual gestión, se ha puesto como horizonte de la política comunicacional. “Considero que el gobierno percibe, al igual que todos los países del mundo, que hay una sinergia tecnológica que permite que las telecomunicaciones y el campo de medios audiovisuales se integren y acerquen cada vez más”, reflexiono el Profesor de la Maestría en Comunicación Digital Interactiva de la UNR. 

Con esa percepción y con la idea de que la economía de estos sectores necesita dar servicios audiovisuales y de telecomunicaciones, el gobierno hace una lectura simplista de que su función es la de allanar el camino para que este encuentro se produzca. “Como la comprensión sobre los actores reales que participan en estas actividades es limitada, se sientan con los grandes conglomerados para poner a su servicio la regulación estatal. Esta política es demasiado simple porque ignora otros actores que son clave en el territorio argentino y que no son sólo los más grandes. Fuera de las grandes ciudades hay prestadores medianos y pequeños que fueron históricamente discriminados por el Estado, que no tuvieron acceso a las grandes redes y como consecuencia no pueden aprovechar la convergencia”, dijo el analista. 

La consigna “ahora todos pueden hacer todo” es una falacia ya que el resultado es que en los últimos tres años se facilitó al Grupo Clarín que pueda cumplir este lema mientras que otras empresas no tienen los recursos que se le concedieron al multimedio, que hoy puede dar televisión por cable, telefonía fija y móvil, conectividad a internet, según analizó el especialista.

Becerra puso énfasis en que no se planificó una política que trascienda las fronteras, como por ejemplo para los servicios OTT Netflix, Spotify, etc. Estos consisten en la transmisión de audio, vídeo y otros contenidos a través de Internet sin la implicación de los operadores tradicionales en el control o la distribución del contenido. “Tampoco hubo reglamentaciones importantes para la protección de datos frente a  empresas como Google o Facebook. Además, no se contempló ningún tipo de medida en cuestiones impositivas sobre estos conglomerados globales tecnológicos internacionales.”

Hoy en día, las grandes empresas mundiales como Google son una competencia para el medio más poderoso del país: el Grupo Clarín. Este último ya no controla toda la cadena de comercialización de sus contenidos, como sí lo hacía en el pasado, y ahora entran en el juego otros participantes que le impiden mantener una hegemonía absoluta. Los contenidos de Clarín circulan por las distintas redes sociales desarticulados, es decir, no funciona la tanda publicitaria que vende el multimedio, sino la que trabaja Google o Facebook. “Ahí ya hay una molestia de los medios tradicionales con los gigantes tecnológicos de Silicon Valley, que se trata de quién captura la comercialización por la renta de sus productos. Además, por ejemplo, Google a través de YouTube produce contenidos, lo que suma una piedra más en el zapato de esta disputa”, observó Becerra.

Si se realiza un análisis de Clarín, no como productor de contenidos sino en su rol de transportador de señales, se observa otra nueva arista de esta competencia: WhatsApp que es propiedad de Facebook le vació el mercado de los mensajes de texto, y con la función de “llamada de voz” que tiene esta aplicación cada vez menos se llama por teléfono a través de la línea tradicional. Quizás esto último, en Argentina, no se note tanto todavía debido a la mala conectividad que existe, pero con el tiempo terminará sucediendo.

Estos negocios requieren de una escala de financiamiento alto, lo que hizo que Cablevisión y Telecom estén endeudados en dólares, por eso surgen cortocircuitos a partir de la mega devaluación. “Es muy difícil que en las condiciones en las que está nuestro país, Clarín o cualquiera vayan a tomar deuda al exterior, mientras que para Google o Facebook esto no es un problema”, argumentó el investigador del CONICET. 

Recientemente, se hizo público que Facebook comenzará a transmitir la Champions League y Copa Libertadores de América de manera gratuita a través de su plataforma. Cabe preguntarse si esta medida llama a una democratización de contenidos o, por el contrario, se sumerge más en la lógica de consumo y competencia.

“Esta iniciativa masifica todavía más el acceso a distintos contenidos desde una perspectiva consumista, incluso en aquellas aplicaciones que aparentan ser gratuitas y no lo son, porque uno paga con los datos personales que luego se comercializan. Creo, sin embargo, que el ecosistema cambió radicalmente con los dispositivos de conectividad móvil que nos llevan a una conectividad perpetua, y modifica la información que consumimos, la vida social que hacemos, el tipo de contenidos y entretenimientos que utilizamos, etc. Hay muchos cambios pero creo que no apuntan a una democratización, que significa no sólo tener mayor acceso sino también participación en la toma de decisiones y en la estructura de propiedad”, planteó Becerra. 

Varios intelectuales de la comunicación, entre ellos Becerra, fueron convocados por el partido socialista a elaborar un proyecto para una nueva legislación de servicios audiovisuales a partir del anuncio del Gobierno Nacional, en 2015, cuando justificó los Decretos de Necesidad y Urgencia que modificaron la actual Ley argumentando que se iba a impulsar una nueva reglamentación.

Se presume que el espíritu de esta futura regulación debe contemplar, además de los medios audiovisuales, las nuevas Tecnologías de la Información y las Comunicaciones (TIC), internet y redes de telecomunicaciones de manera integral. Esta iniciativa nunca tuvo tratamiento legislativo y el gobierno tampoco presentó su proyecto. “Creo que no lo hace porque hay una clara decisión política y una incapacidad técnica manifiesta. El Gobierno está cómodo con esta situación de irregularidad jurídica, tal es así que el por entonces Ministro de Comunicaciones Oscar Aguad manifestó que la mejor Ley de Medios es la que no existe”, sentenció.

Martín Becerra ha recorrido toda su vida dentro del ámbito de la educación pública Argentina y considera importante instalar la discusión dentro de este ámbito. “El espacio lógico en nuestra sociedad para que se discuta abiertamente sobre cómo se construye, se discute y puja el espacio público es la Universidad. No me parece casual que ese sea el lugar de lo plural, de lo diverso, de lo que alberga reales diferencias sociales, de clase, ideológicas, geográficas y de toda índole. El gobierno pierde de vista que la universidad pública no sólo sirve a los que tenemos el privilegio de acceder a ella, sino que también brinda servicios con sus profesionales al resto de la comunidad, aún cuando no van a ella”, concluyó el investigador.