El gobierno de Mauricio Macri estará hoy más que pendiente del resultado de la elección en Brasil. No sólo por sus implicancias económicas sino también políticas. Sin embargo, la fallida experiencia con los comicios de Estados Unidos, en la que apostaron fuerte por la candidata perderdora, la demócrata Hillary Clinton, sirvieron de lección para que ningún representante del Poder Ejecutivo se pronunciase públicamente por ninguno de los postulantes principales. Además, al interior de Cambiemos no hay una postura unificada sobre el resultado más deseable: un triunfo del ultraderechista Jair Bolsonaro o del delfín de Lula Da Silva, Fernando Haddad. Como antecedente, tras la destitución de Dilma Rousseff, Macri fue el primer presidente en recibir a su sucesor, Michel Temer, mientras que en ningún momento del proceso de impeachment respaldó a la ex mandataria.

“Seguimos con mucha atención la evolución del proceso eleccionario de Brasil”, remarcó esta semana el ministro de Relaciones Exteriores y Culto, Jorge Faurie, al salir de la reunión del gabinete nacional. Fiel a los códigos de la diplomacia, evitó definiciones: “Hubo un intercambio sobre lo que es la política interna brasileña”, dijo Faurie y destacó “lo que significa el impacto de cualquiera de los resultados” en la Argentina. “Los resultados hablarán de la decisión de la consolidación de la institucionalidad y de la puesta en marcha de la economía brasileña”, analizó el titular del Palacio San Martín.

En estricto off y sin grandes definiciones, en el Gobierno aseguran que “el punto sustancial es la preeminencia de la relación con Brasil sea cual sea el resultado”. “El gobierno argentino lo que espera es que quien gane sea positivo para Brasil, porque así lo necesita nuestra economía. Nuestra economía y nuestro proceso productivo está estrechamente ligado, no sólo por el Mercosur, sino porque es nuestro principal socio de referencia en la región”, sintetizan. La estabilidad de la sociedad regional es fundamental para el acuerdo que Macri está tratando de realizar hace meses con la Unión Europea. 

Políticamente ninguna de las dos alternativas terminan de convencer a los responsables de las relaciones exteriores argentinas. Por un lado ven con desconfianza a Bolsonaro porque temen que adopte una política económica más proteccionista que perjudique aún más la balanza comercial argentina mientras que en Haddad ven un renacer el estrecho vínculo que tuvo Lula con los gobiernos de Néstor y Cristina Kirchner y del “giro populista” latinoamericano. 

En el macrismo mantendrán su decisión de mostrarse “prescindentes”, incluso también en la segunda vuelta. Según los números que barajan en la Casa Rosada, ven como triunfador del ballotage al candidato del Partido Social Liberal.