De copas por el mercado

Pablo Mehanna

A un mes de su inauguración, Nilson ya es favorito del Mercado de San Telmo. Pequeño, a la calle, blanco y muy sencillo, así es este winebar, el sueño cumplido de una sommelier que lo imaginó largo tiempo hasta lograr llevarlo a la realidad. Samantha Nilson llega al mediodía y se va después del cierre, evangelizando a sus clientes en el mundo del vino. El lugar ofrece una cuidada selección de etiquetas por copa, divididas por tres niveles de intensidad;  pueden convivir un Condeminal Sauvignon Blanc ($80) junto a un Sottano Merlot ($90) en el grupo de los vinos ligeros; y un Zaha Chardonnay ($163) junto a un Marcus Pinot Noir ($220) en los intensos, entre más ejemplos. De todas maneras, no se trata de una oferta fija, sino que va rotando semana a semana, para que siempre haya algo nuevo para probar. 

Nilson tiene un par de mesas, una barra corta con algunas banquetas, y sillas afuera para sentarse a disfrutar la primavera. El agua corre por cuenta de la casa, hay también soda, una sidra y jugo de manzana orgánico; eso sí, nada de gaseosas ni cervezas. La carta de comidas es corta y precisa: una serie de sándwiches con un poco de imaginación, como el de queso de cabra con avellanas y miel ($170), el de jamón cocido, pepinillos y pategrás ($160) o el de higos con queso azul y rúcula ($175). El pan es de Salvaje Bakery, la panadería de Palermo; los quesos y fiambres son de calidad y, para cortar el salado con algo dulce, vale la pena pedir los zapallos, higos y membrillos en almíbar. 

Un buen día para ir es el jueves, cuando a partir de las 20 dos músicos de jazz crean el clima para pasar una noche diferente. El local cuenta también con una entrada por el mercado y, quienes quieran beber una copa mientras lo recorren o prefieran comer en alguna de las otras propuestas del lugar, pueden señar su copa por $100 y devolverla más tarde. 

Nilson no cree en los protocolos, sino que apuesta al disfrute: se busca desacralizar el vino, liberarlo de prejuicios y lograr que la gente se vuelva a enamorar de esta bebida.

Nilson queda en Carlos Calvo 463. Horarios de atención: miércoles a lunes de 12.30 al cierre.


De todo el mundo

Pablo Mehanna

Recién mudados a nueva casa, M Street Bar mantiene la propuesta que le dio fama hace ya varios años, cuando Palermo se declaraba capital nacional  del movimiento hipster ¿En qué se diferencia M Street de otros winebars? En varias cosas, entre ellas la amplia selección de vinos del mundo que ofrece, sumada a las muchas opciones de vinos nacionales. Frente a la proliferación de cervecerías, hoy los bares de vinos pelean con garra por conquistar el corazón de los jóvenes que llegan curiosos por aprender a disfrutar de la bebida nacional. En este lugar los vinos se sirven por copa o botella, con promos que van variando, como los Miércoles revolucionarios que, a partir de las 18, incluye dos copas de la etiqueta Vía Revolucionaria del enólogo Matías Michelini con una tabla de quesos por apenas $250. Todas las semanas se abre una sorpresa, que podrá ser un vino de alta gama, un importado italiano o una rareza de un productor pequeño y poco conocido. La sommelier Mariana Torta está detrás de cada botella que llega al lugar, conoce sus orígenes, estuvo en sus bodegas, los eligió, habló con los enólogos y allí están, ella, su hija o el equipo de sommeliers, atentos a cada consulta.

Para comer, la carta de mediodía va de unas papas bravas ($110) a una tortilla para compartir ($320) pasando por un plato suculento de pastas italianas con brócoli ($320); de noche se agregan algunos platos como las gyozas de cerdo al vapor ($190), los langostinos al curry con arroz basmati ($320) o un ojo de bife con marinada vietnamita ($350). Pocos postres pero contundentes, entre ellos un queso y dulce o el “chocolate del día”. 

M Street es uno de esos lugares donde hacer amigos, conocer gente, relajarse y disfrutar. No es inusual pasar por su puerta y escuchar el sonido de guitarras que sale desde adentro. También vale la pena visitar su Instagram para enterarse de las frecuentes catas y degustaciones que realizan. Y, en estas primeras noches cálidas, elegir las mesas de afuera que cobran vida. Una mudanza bienvenida para un winebar que ya es un clásico. 

M Street Bar queda en Nicaragua 5935. Horarios de atención: lunes a viernes de 12 a 24, sábados de 19 al cierre. 


Con nombre propio

Pablo Mehanna

Luego de una esmerada puesta en valor, el Mercado de Belgrano sumó nuevos locales para comer y beber. Uno de ellos es Winemakers, un bar de vinos donde el foco está puesto no tanto en las cepas o el terruño sino en el productor detrás de cada botella. El objetivo es que el cliente pueda encontrar su estilo de vinos independientemente de su procedencia, de si es blanco o tinto, con o sin madera. Juan Casarsa hace un trabajo minucioso investigando pequeños productores, bodegas boutiques, partidas limitadas y las incluye en su selección. También hay marcas conocidas y vinos ya consagrados, pero la magia del lugar radica en la posibilidad de aprender siempre algo nuevo. Además del local de Belgrano hay otro en Recoleta, más grande, donde Juan guarda más de 500 etiquetas. Si la idea es beber por copas, cada semana hay 15 nuevas opciones para probar, con precios que oscilan entre $80 y $330. Los vinos se acompañan de quesos de cabra o vaca y tienen un delicioso paté casero para untar en un pan de masa madre elaborado por Atelier La Fuerza. 

Con la comida, Juan utiliza el mismo criterio que con los vinos: el productor siempre está en la carta que fue elaborada por Leo Lanussol, nada menos que el chef detrás de los fuegos del prestigioso Proper. Para los que quieran almorzar, hay una variedad de empanadas de bondiola braseada, de matambre y de verduras (3 por $200); fiambres de faisán ahumado ($300 los 100 gramos) y jabalí o bresasola de búfalo (ambos a $250 los 100 g). Todos los viernes hay un productor invitado que invita a los visitantes a conocer sus vinos, aprendiendo de primera mano todos los secretos que esconde. Aquí también se consigue la cerveza artesanal Cachingo, elaborada por el reconocido enólogo Alejandro Vigil, y se suman algunos destilados nacionales, como un gin o el pisco Calavera, producido en Mendoza (muchos puristas consideran una herejía atribuirle la denominación de pisco a un producto elaborado fuera de Chile o Perú). 

Grandes vinos y rica comida, así es el bienvenido combo que ofrece Winemakers.

Winemakers queda en el Mercado de Belgrano, en Juramento 2527. Horarios de atención: lunes a viernes de 10 a 14 y de 15 a 20.30; sábados de 12 a 20.30.