El precio de referencia para las garrafas de gas que consumen los hogares de menores ingresos acumula una escalada del 122 por ciento a lo largo de los últimos tres años, mientras que el salario mínimo registró una mejora de 76 por ciento. Entre 2015 y 2018, los aumentos autorizados por la Secretaría de Energía redujeron de 69 a 54 la cantidad de garrafas de 10 kilos que pueden ser adquiridas por el salario mínimo vital y móvil. Según el estudio de la Universidad de Avellaneda, “los estratos menos pudientes no sólo se ven perjudicados porque gastan una elevada parte del salario en las tarifas sino que, además, habitualmente hacen frente a bienes y servicios más caros”.
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