Proponerle al director de un festival de cine que elija y recomiende apenas cinco películas, luego de haberse tomado el trabajo monumental de montar toda una programación, puede ser considerado un acto de crueldad que debería estar prohibido por la Convención de Ginebra. Aún así, Roger Koza aceptó el juego impiadoso de elegir al hijo favorito, pero no sin dejar en claro que comprende bien la naturaleza infame del pedido. “Cada film programado tiene para mí una cualidad que representa al resto y a la visión de la muestra”, aclara el nuevo director del DOC Buenos Aires. “Aceptaré esta perversa y amable propuesta solo por satisfacer la demanda y también para puntualizar títulos que pueden pasar inadvertidos.”

  • Púas, baldíos (Marta Mateus, 2017): Mateus será una de las figuras del cine portugués de los próximos años. Este corto glosa la totalidad de la tradición que empieza con Paulo Rocha y alcanza a Pedro Costa. Retrato de un pueblo y asimismo un documental sobre las variaciones de la luz. 
  • Lacrimosa (Aloysio Raulino, 1970): El crítico brasileño Victor Guimarães decía que ver los cortos de Raulino por la mañana operaba como estimulo que le permitía contrarrestar el malestar actual de Brasil. Tiene razón. Aquello que prometía Fernando Birri en Tire dié (1960), es lo que se intensifica en los rostros de los niños que pueblan este notable y breve film.
  • En el desierto: un díptico documental (Avner Faingulernt, 2018): Una película amablemente incómoda que registra la cotidianidad de dos familias (una palestina, la otra israelí) que viven a muy poca distancia. En el contraste resplandece un ethos, la política y la historia. Es notable el efecto que tiene ese doble film sobre el pensamiento.
  • Kinshasa Makambo (Dieudo Hamadi, 2018): Nuestro conocimiento sobre Africa es deficiente. Este film apasionante introduce una realidad política que transcurre en una tierra lejana, pero que podría tener lugar en el país vecino que está a punto de consagrar a un cretino en la presidencia.
  • Ecuación en Sand Creek (Travis Wilkerson, 2012): Todas las películas de Wilkerson merecen atención, pero esta tiene una particularidad. Parte del relato transcurre en Palestina, y es así como, de pronto, los nativos americanos y los palestinos son víctimas de una común ecuación infame.