La llegada de Javier González Fraga al Banco Nación y, previamente, la de Nicolás Dujovne al ministerio de Hacienda le dieron un poco de brillo al deslucido rol que el radicalismo juega en el gabinete nacional. Si bien no son dirigentes de trayectoria en la UCR, ambos poseen una buena y fluida relación con Ernesto Sanz, asesor estrella de Mauricio Macri y socio fundador de Cambiemos. Sanz estuvo esta semana en Buenos Aires participando de las reuniones de coordinación junto al Presidente, el jefe de Gabinete, Marcos Peña, el ministro del Interior, Rogelio Frigerio y los vicejefes de Gabinete, Mario Quintana y Gustavo Lopetegui. El ex senador se suma a esos encuentros siempre que puede, cuando viaja desde su Mendoza natal. Si no surge algún imprevisto, la próxima visita será a mediados de febrero, durante los preparativos del acto de Villa Giardino, Córdoba, donde los radicales darán su primera demostración de fuerza y unidad de cara a las legislativas de octubre.

Con el 2016 signado por las quejas del radicalismo ante la falta de participación en las decisiones de gobierno, el inicio del año electoral le abrió al partido de Yrigoyen y Alem al menos dos nuevos canales de comunicación. Ni Fraga ni Dujovne son “hombres del partido”, pero en los últimos años han estado cerca de la UCR y de sus principales dirigentes. Esa relación de confianza les representa a los boina blanca un avance respecto de los anteriores ocupantes de esos cargos. Con Alfonso Prat Gay mantenían una relación cordial aunque por su personalidad siempre manejó cierta distancia. Con Carlos Melconian, en cambio, la distancia era mayor dada su trayectoria en el PRO. 

González Fraga se afilió a la UCR en 2011, cuando fue candidato a vicepresidente de Ricardo Alfonsín. Desde entonces no participa organicamente de las decisiones del Comité Nacional ni ocupó cargos partidarios. Sin embargo, integró los equipos de consulta en materia económica y formó parte de los asesores de campaña de Sanz. González Fraga también fue en su momento un hombre cercano a Roberto Lavagna, cuando el economista era el candidato presidencial de la UCR en una fórmula con el actual gobernador de Jujuy, Gerardo Morales. Antes de su designación al frente del principal banco del país Sanz dio el visto bueno.

El caso de Dujovne es parecido. El economista y columnista televisivo tenía un contrato de más de 30 mil pesos en el bloque de Senadores radicales. Según se reveló, era asesor en temas presupuestarios desde 2012, cuando Sanz y Morales manejaban palmo a palmo la bancada que en lo formal presidía Luis Naidenoff. Dujovne también formó parte del equipo económico de la última campaña presidencial de Sanz.

Pero los movimientos que mejoran la incidencia de Sanz en el gabinete no se agotan en esas dos figuras. También el nuevo secretario de Hacienda, Rodrigo Pena, tiene un estrecho vínculo con el mendocino. Ya en 2009 Pena era su asesor en el Senado. Mantienen una relación de amistad y confianza hace casi una década. 

De todas maneras, en el entorno de Sanz abren el paraguas ante las primeras lecturas del recambio ministerial que le otorgan a partir de ahora una influencia directa sobre la política económica del gobierno. “Son sus  amigos pero no es el ministerio de Sanz”, explica un hombre de su confianza. La lectura de los movimientos que hacen en la UCR no tiene tanto que ver con su ascendencia en el gabinete sino con la necesidad de lograr una mejor coordinación entre las distintas áreas. Así se entiende la salida de Prat Gay y Melconian, dos personas con una fuerte impronta personal. 

El control estará todavía más concentrado en la jefatura de Gabinete: Marcos Peña y sus dos manos derecha, Lopetegui y Quintana. En los pasillos de la Casa Rosada lo explican con un dato de color: “El jefe de prensa de Dujovne es Sebastian Tabakman. Se lo puso Peña”, detallan. Se trata de un recurso que el hombre más importante del Gobierno después de Macri repite en otras áreas. Rodea de hombres de su confianza a los funcionarios que no vienen del núcleo duro del macrismo.