Élite inicia con la sublimación total del estudiante secundario de cualquier parte del globo: un colegio sumido en caos y destrucción. Pero todo cambia cuando se cuenta que en Las Encinas hubo una muerte violenta. En los ocho episodios de esta producción original de Netflix, entonces, se removerán los escombros emocionales de los que cursaban en un exclusivo y moderno Liceo español. ¿Sólo murió una alumna? ¿Quién o quiénes fueron los culpables? ¿Cuánto del cóctel de sexo, drogas, clasismo y tecno & roll tuvo que ver con el desenlace? La entrega irá resolviendo los enigmas a cuentagotas mientras presenta un crisol de chicos ricos, varios descarriados, tres parias, la necesidad de ser aceptado y una falsa meritocracia. Un blend demasiado sugerente como para que la serie española, estrenada hace menos de un mes en la plataforma de video on demand, no se volviese un fenómeno global. De hecho, ya se confirmó una segunda temporada para 2019.

El gigante del streaming le dio una vuelta de rosca a su amplio algoritmo en materia de drama teen (13 Reasons Why, Atypical, Sierra Burgess es una loser, entre otros) adosándole thriller, angustia escolar, trap y hostias. “Esto es una realidad que antes no se había mostrado. En las series de jóvenes todo suele estar bastante pintado y aquí es crudo. Y se apuesta por lo que pasa. Es fácil identificarse”, le asegura Itzan Escamilla al NO. El ibérico interpreta a Samu, uno de los tres elegidos por la beneficencia para cursar en ese colegio de ensueño y pesadilla, el buenazo de clase obrera enamorado de una chica fuera de su liga.

Los otros dos sapos de otro pozo son Mina –la joven musulmana, competitiva y en el ojo de la tormenta por su religión– y Christian –el único del trío de becados que disfruta de su suerte–. “Él no sufre estar allí, disfruta mogollón. No tiene recursos económicos pero su herramienta es el carisma, así se hará amigo de los demás”, dice Miguel Herrán, aún fresco por su interpretación como Río en La Casa de Papel. De hecho, uno de los grandes ganchos de la serie pasa por tener en su elenco a varios integrantes de aquella otra.

¿Élite les disparó alguna clase de recuerdos de sus tiempos de secundaria?

Herrán: Totalmente. No tan vasto como lo que se ve aquí pero sí, mucho. Incluso diría que se han quedado cortitos con algunas cuestiones. Yo era bastante parecido a Christian en la secundaria, quería encajar a toda costa y disfrutar, a un punto que duele.

¿Cómo lidian con la exposición del éxito y el reconocimiento de sus papeles previos?

Escamilla: Lo mío no se acerca a lo de él ni de coña, ja ja.

Herrán: No quería que sólo se me recordase como Río. Me ha pasado que mucha gente no ha visto La Casa de Papel y ahora sólo me asocian con Christian porque les gusta Élite. La repercusión es notable, vienen los mensajes con mucho cariño y ya no todo es “¿Dónde está Tokio?”. Así que lo vivo con felicidad. Lo bueno es que este personaje también se hace odiar un poquito, mientras que Río era imposible de odiar por lo bueno. Eso mola. “Qué guay es este Christian” o “Qué cabrón este Christian”, me dicen. Y yo lo agradezco.

Río estaba como apresado en La Casa de Papel, ¿Christian está también confinado en ese colegio al cual no pertenece?

Herrán: ¡No! Christian sueña con ser parte de esa élite. Si no quisiera ir al colegio, no iría. Pero lo que no va a hacer es estudiar, ja ja.

¿Podrían describir el suceso de Élite?

Escamilla: El mensaje es muy amplio. Hay toda clase de chicos y chicas en pleno descubrimiento. Como por ejemplo que hagan un trío y eso pueda pasar como algo perfectamente normal.

Herrán: No hay nada edulcorado. No es lo típico. El drama no pasa por que la chica de otra clase social me gusta y ya. Es que esa chica tiene VIH. Y la lucha de clases está ahí. Es algo que está ahí desde siempre. Pero además está el trabajo de postproducción: realmente es impresionante cómo concuerda la imagen con la música actual. Yo no veo mis trabajos porque no me soporto. Siento que cago el trabajo de los demás. No vi ni La Casa de Papel. Pero lo que vi de Élite me ha encantado.

Miguel, ¿quién es Samu para Christian? Lo mismo para ti Itzan, ¿quién es Christian para Samu? Herrán: Me atrevería a decir que en la vida real él es Christian y yo soy Samu. Su personaje me habría salido muy fácil. Yo soy tranquilo y él es más osado. Nuestras personalidades están intercambiadas.

Escamilla: ¡Concuerdo!