Diego Brizuela tiene una presencia escénica contundente. Se planta en el escenario con solidez y desde ahí canta, baila y actúa con una naturalidad que esconde mucho trabajo. Entona de maravillas, su cuerpo se mueve sin vacilar con encanto y energía, y cuando actúa puede ser tierno y emotivo o delirante y extrañado. Es uno de los creadores de Babel Orkesta, la formación musical y teatral con tintes balcánicos donde supo encarnar a ese gaucho ensoñado de mirada perdida, zapateo preciso y palabra enrarecida. También se destacó en obras como El Origen (7 vidas) y Suerte rota, ambas de Silvia Gómez Giusto, Seres Imaginarios de Susana Szperling, Florencia frutera de Gustavo Tarrio y Valeria Junquera, De protesta de Alejandro Tantanian y El don de la Sirena de Pere Riera con dirección de Nelson Valente. Se crió en Cipoletti y tuvo una formación ecléctica: estudió Bellas Artes y folclore, se inició en la actuación y al llegar a Buenos Aires se perfeccionó en danza contemporánea, puesta en escena y canto. Un abanico de recursos que se cruzan en su expresividad.

En ConCierto Recuerdo Brizuela se anima al unipersonal y bucea en sus raíces: propone un viaje por el mundo de la infancia a través de textos, canciones, baile y objetos. Un espectáculo intimista, con ritmo tranquilo y pausado a pesar de combinar distintos climas y pasearse por emociones varias y por el humor. El escenario luce despojado pero la potencia de las acciones y del relato transportan al espectador a un pueblo muy caluroso, donde el intérprete pasaba las vacaciones de chico. La fuerza de la naturaleza, el tiempo libre, los juegos infantiles, la escuela, las relaciones familiares y con sus pares. Cada una de estas situaciones se configuran con música, baile y palabras. Hay un trabajo muy preciso en cada escena, que se van encadenando como breves capítulos de un cuento. Brizuela echa mano una vez más de la libertad y puede zapatear, coquetear con el flamenco, cantar a capella ritmos del norte argentino, bailar con máscara y peluca de mujer, y asumir los distintos personajes que deambulan por las postales de su pasado. 

En el germen de este unipersonal estuvo el poema La casa de cartón y madera, del poeta y narrador argentino Osvaldo Bossi, que articuló con sus propios relatos de infancia, con tonadas del venezolano Simón Díaz (el autor de Tonada de luna llena) como El loco Juan Carabina, La vaca mariposa y El Alcaraván, y con canciones propias. El resultado es una mezcla de recital, confesionario y ritual. Nunca se nombra el pueblo donde sucede la acción, tampoco importa porque logra que el público pueda imaginar la casa de las vacaciones, el patio, el árbol, los colores, los sonidos, los aromas y los silencios. El relato avanza entre momentos tiernos, otros más ásperos, dolorosos y hasta inevitables en todo crecimiento. ConCierto Recuerdo invita a tomarse una pausa y entrar en un relato con aires de fábula, en una narración que se detiene en los detalles, en la simpleza y la potencia de las anécdotas infantiles, en un juego de sensaciones y estados. El actor no se acelera entre cuadro y cuadro, se acerca a su laptop, elige la música, se cambia de ropa, toma objetos. Todo está a la vista pero nada es obvio: las emociones y las situaciones que recrea no caen en clichés. Como si se despegara de la realidad, la ficción y el pasado se cruzan y son la mirada y la voz de un niño de algún lugar de Latinoamérica las que se adueñan de la escena.