¿Por qué escribir hoy sobre Frankenstein y el prejuicio? 

–Hace muchísimo releyendo el libro de Frankenstein, mi hijo mayor que ahora tiene 36 años, se puso a dibujar al monstruo y lo dibujó con una sonrisa. Los niños no hacen la asimilación que hacemos como adultos entre lo bello y lo bueno o lo feo igual malo. El libro habla de esa mirada del niño, de la mirada del ciego, con el que el monstruo se comunica bien porque no lo discrimina, y la mirada del adulto, que es la que lo discrimina y por eso le pide a su creador que le construya a una mujer monstruo para tener alguien con quien compartir su vida desdichada. El prejuicio basado en lo visual, tan fuerte, a 200 años se mantiene. Bajo otras apariencias más sutiles, o no tanto como el caso del bullying. En el mundo del Derecho recordamos que rigió una escuela que decía que en función de las características físicas de una persona se la podía considerar como tendiente a la delincuente, en la teoría de Lombroso, son todas reflexiones que quise proyectar bajo forma de libro. 

–¿Se formó con alguien o tiene algún referente? 

–En ensayo, Albert Camus, existencialista, que marcó mi adolescencia. Siempre me sentí cómodo en el ensayo. Supera lo descriptivo, no hay que probar rigurosamente todo. Malraux también. Kafka es otro. 

–¿Quién es el Frankenstein de hoy?

–Todo aquello diferente, extraño, que nos pone a nosotros frente a nosotros mismos. Lo que nos genera asombro o  incomprensión. El nazismo, por ejemplo, es un fenómeno que fue de exclusión sobre la base justamente de hacer analogías, asimilaciones, que no tenían ningún fundamento en el mundo de la sensatez, y sin embargo, buscándole una cobertura de carácter científico. Todavía seguimos teniendo algo de eso, como cuando un chico es objeto de burla en el colegio por su apariencia física. 

–¿Y cuando dirigencia política habla del extranjero (pobre) acá, no hay algo de esto? 

–El artículo 75 inciso 23 plantea una discriminación inversa: otorgar un plus de derechos a aquellos que están en situación de desventaja, entre otros, discapacitados, para vincularlo con Frankenstein, y población vulnerable en general. Hasta hace unos 100 años las personas que tenían una apariencia monstruosa eran exhibidas en circos. Eran objeto de curiosidad, de burla y de discriminación. El extranjero tiene un tratamiento, desde el punto de vista jurídico muy concreto en la constitución y los tratados. Como tenemos aquí casos de extranjeros no puedo profundizar.