Rolando Goldman tenía 12 años cuando abrazó por primera vez el charango. Y no lo soltó más. En ese largo trayecto, lo asumió de diversas formas. Como fundador del grupo Viracocha, que duró todo el primer lustro de la década del ‘80 del siglo pasado. Como factótum central de tres conciertos para charango y orquesta; el primero junto a Augusto Rattembach en 1992, el segundo con Alejandro Simonovich, en 1999, y un tercero junto a Guillo Espel, en 2003. También lo albergó, versátil, en tanto partícipe necesario de una remozada grabación de La misa criolla junto a Opus Cuatro, Domingo Cura y el Coro Universitario de La Plata. O como pata charanguera del dúo que, desde 1996, comparte con el guitarrista Raúl Malosetti. Todo, además de un siglo XXI poblado por discos solistas (el excelente Diablo suelto, entre ellos) y planes que insisten. Entre ellos, la de crear una orquesta de charangos integrada por quince músicos o la concreción de proyectos como la suite que vendrá. Se llama “Paisajes sonoros de América Latina”, está compuesta por seis piezas de sendos países del continente arregladas por Popi Spatocco, y ambos la expondrán junto a la Orquesta de Cámara del Congreso hoy a las 19 en la Usina del Arte (Caffarena 1).

“La idea fue extender hacia América la suite que habíamos hecho hace un tiempo sobre música argentina”, introduce Goldman, que enseguida prendió buena mecha con Spatocco y entre ambos fueron puliendo un repertorio integrado por seis piezas, una por país: “Baile de máscaras”, del uruguayo Jorge Lazaroff; “Asa branca”, cuya composición pertenece al brasileño Luis Gonzaga; el inoxidable “Estudio para charango”, de Mauro Nuñez (Bolivia); “La flor de la canela”, de Chabuca Granda (Perú); una cumbia colombiana de Lucho Bermúdez llamada “Tolú” y la abismal “Qué he sacado con quererte”, de Violeta Parra. “Esta decisión fue la más difícil”, cuenta el músico a PáginaI12. “No me decidía entre Violeta y Víctor Jara, hasta que Popi definió. No pasó así con ‘Estudio para charango’, una obra muy popular en nuestro universo, o ‘La flor de la canela’. Soy de los que piensa que no hay que desdeñar de lo muy conocido, porque también hay cosas valiosas. ‘La flor...’ es una de ellas”, dice el también conductor (junto a Mónica Abraham) del programa de Academia Nacional de Folklore, que va los domingos de 16 a 17 en Radio Nacional Folklórica.

–En esta suite, ¿las obras se adaptaron al charango o el charango a las obras?

–Hay recursos del instrumento que aparecen naturalmente por el trabajo de Popi, porque es un arreglador increíble. Sin golpes bajos, ni ninguna cosa extraña, y con mucha seriedad logró ambas cosas, digamos. Hay cosas del charango que yo hago que en general no se hacen y aquí es donde se ve la mano de Popi. Un caso es el de “Asa branca”, emblemático tema del nordeste de Brasil, porque el traspaso requiere de un esfuerzo con el instrumento y la orquesta. Hay una cuestión más allá de lo armónico y lo melódico, desde lo rítmico, algo esencial en toda la música de la región.

La suite, que también integra al ronroco –primo hermano del charango–, tiene como fin trasladar sonidos folklóricos del continente al lenguaje musical camarístico, con ambos instrumentos como instrumentos solistas. Subyace, por tanto, una hermandad entre músicas ancestrales y músicas de cámara que, dicho fue, Goldman también impulsó a través de la suite “Paisajes sonoros de Argentina”. “Otra de las situaciones que me impulsan a hacer estas cosas tiene que ver con lo político y lo cultural. Quiero decir, cuando me vienen con el tema del ukelele y todo eso me broto, porque el ukelele no tiene ningún tipo de arraigo en nuestra cultural. Y no solo no lo tiene sino que, encima, nos llega porque estuvo de moda en Europa”, afirma.

–¿Qué le sorprende?

–(Risas.) Bueno, claro... Ni siquiera viene directo desde Hawai, desde donde se supone que es originario. Es un ejemplo más de esas disposiciones culturales que nos llegan, así como determinados nombres o estamentos institucionales.

–De todos los formatos que ha integrado en su vida, ¿en cuál se ha sentido más cómodo, desde el instrumento?

–El tema de la comodidad no es algo que me importe, pero si tengo que contestar diría que, en general, lo más cómodo es el espacio en que uno está menos expuesto. En este concierto que vamos a estrenar, por ejemplo, la exposición es enorme, porque el charango es el instrumento solista, al igual que cuando toco solo o con el trío, porque somos tres solistas. Por lo tanto, lo más “cómodo” sería el marco de la orquesta, o el rol que llevo en la Filiberto.  

–Lo cómodo no es lo placentero, por lo que dice.

–No, claro, porque todos estos desafíos me provocan placer. Además, trato de generar aportes desde el charango para su difusión y no solo porque me guste su timbre, sino porque, sobre todo, me interesa colaborar con la memoria cultural.