No tiene pretensión de originalidad la creación de una realidad paralela, pero en una época en la que el control de la vida cotidiana ya no es imaginario y la conciencia de ser observados ha hecho de la frase “Hasta los paranoicos tienen enemigos” una boutade, la posibilidad de una vida subterránea (a la que podríamos sumarnos) me llenó de ilusión. Que sea una madre la que lleva el peso inicial de la historia tiene que ver con que desde hace un tiempo, cada vez que empiezo a escribir algo nuevo, aparece mi madre real, más allá de su voluntad, claro. Decidí, entonces, no apartarla como a una idea fija disruptiva/ intrusiva sino hacerla protagonizar esta historia donde lo enigmático y la fuerza de la resistencia que anida en la conspiración nunca se revelara, sino que mantuviera toda la potencia de la posibilidad.