Desde Santa Fe.

El martes, el Tribunal Oral de Santa Fe dará su veredicto en el juicio a los hermanos Martín y Cristian Lanatta y Víctor Schilacci por la triple fuga de enero de 2016, cuando los encontraron en un campo de soja en San Carlos Sud, (donde el mayor de los Lanatta le disparó con un fusil FAL a un gendarme), perseguidos después por otra patrulla de Gendarmería a la que balearon varias veces y capturados a los dos días en la zona de la costa, en San Javier. En su alegato, el fiscal Martín Suárez Faisal pidió doce años de prisión para Martín Lanatta por cinco delitos, entre ellos “lesiones graves dolosas” al comandante de Gendarmería José María Valdez y diez años de cárcel para los otros dos imputados por cuatro cargos: “robos y daños agravados” y “resistencia y atentado a la autoridad”. Suárez Faisal descartó la acusación por “tentativa de homicidio” a Valdez –ante la falta de pruebas-, pero planteó que los tres prófugos operaron con “absoluto desprecio por la vida” ajena y con un “alto grado de alevosía y crueldad”.

El juicio comenzó la semana pasada. En las primeras dos audiencias, Valdez y el suboficial Roberto Encina relataron a los jueces cómo habían encontrado a los Lanatta y a Schilacci en un campo de soja, a tres kilómetros de San Carlos Sud, donde se escondían en una tapera. Y al día siguiente, en una inspección judicial en el mismo lugar, les explicaron cómo se tuvieron que rendir ante los fugitivos que los superaban en número y armas. Ellos portaban sus pistolas 9 mm., mientras que Martín Lanatta operaba un FAL, su hermano un fusil M-4 y Schilacci una pistola ametralladora.

Ese cara a cara fue el 7 de enero de 2016. Los condenados a prisión perpetua por el triple crimen de General Rodríguez festejaron en la cárcel el triunfo de María Eugenia Vidal en la provincia de Buenos Aires, en octubre de 2016. Y se escaparon del penal de General Alvear diecisiete días después de la jura de Mauricio Macri. Un diario oficialista contó que la noche que ganó Vidal, un guardiacárcel abrió la celda de Martín Lanatta y se abrazó con el prisionero.

Valdez relató que cuando le dieron la voz de alto, los Lanatta y Schilacci caminaron hacia ellos mientras los apuntaban con los fusiles y la ametralladora. Él apuntó su pistola al cielo en señal de rendición y allí Lanatta le disparó con su FAL desde unos quince metros. La bala le atravesó el brazo derecho casi a la altura del hombro. “Fue un tirón para atrás que me hizo caer de espaldas”, le dijo a los jueces y describió su dolor “en el brazo como si me quemaran vivo”. Encina fue reducido por el otro Lanatta y Schilacci, quien lo golpeó con la punta de la ametralladora y le dijo: “No te quiero matar, boludo”.

El fiscal Suárez Faisal optó por acusar a Martín Lanatta por las “lesiones graves dolosas” a Valdez y no por una “tentativa de homicidio” porque en el juicio no se pudo “probar” que la “intencionalidad” del imputado” de asesinar al gendarme. Lo dijo el propio Valdez y también Encina, al recordar que Lanatta es un experto “en el manejo de armas de fuego” y “fue instructor de tiro de armas cortas y largas durante más de cinco años”, según un informe de la Agencia Nacional de Materiales Controlados que solicitó la defensa.

“Valdez guarda en su memoria el momento justo en el que Martín Lanatta tensó su rostro y le disparó en el brazo donde tenía su pistola”, recordó Suárez Faisal. “Nos explicó de qué manera corrió riesgo su vida porque según su experiencia si la bala del FAL impactaba en un hueso podría haber muerto desangrado. Por eso, no salió del estado de shock hasta bastante tiempo después del disparo. Y por eso -la semana pasada-, cuando Valdez volvió al campo de San Carlos Sud, casi dos años después, rezó una oración y agradeció a Dios por estar vivo”, agregó el fiscal.

Los Lanatta y Schilacci se llevaron las armas y la Berlingo en la que se movilizaban los gendarmes. En el camino a Matilde, le robaron una camioneta Amarok a un ingeniero agrónomo, Juan Reynoso, a quien tomaron de rehén. Y ahí comenzó la última etapa de la fuga que será juzgada en otro proceso ante la justicia ordinaria. En la persecución, los prófugos balearon a otra patrulla de Gendarmería.

A las 48 horas, el 9 de enero de 2016, Martín Lanatta fue recapturado en una arrocera en San Javier, en la ruta 1, donde tenía un bolso con más de 150 proyectiles de 9 mm y muy poca plata, 3.600 pesos. El 11 de enero, cayeron el otro Lanatta y Schilacci en el vestuario de un molino arrocero, también en la costa. “Ese mismo día, luego de un rastrillaje de la zona donde había sido detenido Martín Lanatta se encontró colgado de un árbol el FAL con el cual había sido herido Valdez, que tenía con 21 cartuchos intactos”, recordó el fiscal.