Incertidumbre de la economía global. Caída de los precios internacionales de las materias primas. Dificultades para colocar deuda externa. Problemas en la mayoría de los países de la región. Economistas consultados por PáginaI12 mencionaron esas cuestiones como principales focos de tensión para la economía local asociados con llegada de Donald Trump a la presidencia de Estados Unidos. Indicaron que la performance de la economía argentina en 2016 fue muy mala, con un mercado interno en fuerte recesión, y que este año el resultado será mediocre. Plantearon que el equipo económico del macrismo no elaboró un Plan B ante el nuevo escenario global y se encuentra en una encrucijada en materia de ajuste.

“Trump es una verdadera incógnita. Es seguro que vamos a tener un cambio en la situación internacional, aunque todavía es difícil adelantarse al nuevo formato. No queda claro cómo evolucionará el esquema de globalización observado en los últimos 30 años. Pero si que ya no será el mismo. Para Argentina, si Trump cumple con sus promesas electorales, va a resultar más difícil tomar créditos en los mercados externos. Los capitales del mundo irán hacia esa economía para financiar el plan de expansión de infraestructura anunciado por el candidato republicano”, dijo Arnaldo Bocco, director de la carrera de Economía de la UMET.

La tasa de interés en el mundo, apuntó Bocco, no va a subir a niveles de los ´80, cuando alcanzó picos del 20 por ciento, pero si se habrá un aumento del costo de los préstamos externos para la Argentina. “Trump puso un hombre de Goldman Sachs al frente del Departamento del Tesoro. No habrá grandes cambios para el mundo financiero, pese a lo que dijo en campaña el nuevo presidente”. El equipo económico de Macri, no obstante, debería estar en alerta. “El esquema de apertura comercial y fuga es insostenible con un mundo que encima está subiendo la tasa”, advirtió.

Jorge Carrera, ex director de Investigaciones Económicas del Banco Central, apuntó a este diario que las dificultades para la Argentina asociadas con Trump aparecen tanto en el corto como en el mediano y largo plazo. “La cuestión de corto es que vamos a pasar una buena parte de este año hasta conocer la verdadera estrategia de Trump. Si bien se lo nota algo más moderado que en la campaña, sigue con comportamientos disruptivos. Esta es una fuente de incertidumbre y tensiones para los próximos meses”, indicó. En el largo plazo, agregó, los problemas se vincularán con los cambios en el paradigma de libre comercio de las últimas décadas. “Trump fomentó un discurso fuertemente proteccionista y hay que ver en qué grado lo lleva a la práctica. Los candidatos en Estados Unidos cumplen en promedio el 70 por ciento de sus promesas de campaña”.

Carrera mencionó que los países de la región van a tener dificultades por el nuevo escenario internacional y eso impactará en el mercado interno. “No es sólo el tema de que nos va a costar más endeudarnos. Los países vecinos están teniendo importantes aprietos como pasa con México. Brasil es un país altamente endeudado y con déficit fiscal. El efecto Trump también le impactará. Sobre todo al sector corporativo no financiero (grande firmas), que tienen mucha deuda en dólares y les repercutirá el aumento de la tasa”, precisó.

Las dificultades para promocionar el ingreso de inversiones extranjeras fue otro de los puntos que señalaron los economistas consultados por este diario. “En los próximos meses puede agudizarse el retorno de los capitales financieros que hoy están en países emergentes hacia Estados Unidos, un proceso denominado fly to quality. E incluso inversiones productivas de empresas norteamericanas que operan en la Argentina pueden retirarse para volver a Estados Unidos”, mencionó Martín Burgos, director del área de Economía del Centro Cultural de la Cooperación. El equipo económico, indicó, está conduciendo a contramano del mundo. “El Gobierno sigue insistiendo en abrirse cuando el mundo se está cerrando. No hay un Plan B. El de la apertura es el único modelo que conocen. Pero incluso en los ´30 la oligarquía argentina tuvo que adaptarse a las transformaciones globales y empezar a intervenir en la economía. Hoy falta ese pragmatismo”.

Andrés Asiain, del Centro de Estudios Económicos y Sociales Scalabrini Ortiz, mencionó que la caída del precio de las materias primas puede ser un factor que sume problemas. “Si Estados Unidos acelera el crecimiento en base a su propia producción, le cierra el mercado a China y el Gigante Asiático desacelera su crecimiento, puede haber una baja en la cotización de los commodities. Eso afectará las exportaciones argentina”, aseguró. Apuntó además que otro riesgo es que Trump fomente una guerra comercial a escala planetaria, en donde el aumento de la competitividad sea por reducción de costos y no a través de la suba de aranceles. “Si Trump avanza en la reducción de impuestos para estimular el sector externo, países como Argentina verían legitimada su propuesta de avanzar en la competitivas en base al ajuste laboral, con más flexibilización, reducción de contribuciones patronales y otros derechos de los trabajadores”, apuntó. El dato llamativo es que, pese al discurso de campaña a favor de la industria, Andrew Puzder, un magnate del negocio de comidas rápidas asumió como nuevo secretario de Trabajo de Estados Unidos. El “fast food” es uno de los servicios de la economía donde más pesa la flexibilización laboral.

Crecimiento mediocre

Lejos de las proyecciones de crecimiento del PIB del 3,5 por ciento para 2017 registradas en el Presupuesto, los economistas consultados por PáginaI12 afirmaron que será otro año de escaso movimiento para el mercado interno. “Crecer puede llegar a ser un milagro. La deuda no alcanza para todo. Ahora empieza a aparecer la necesidad de más ajuste para llegar a cubrir los desequilibrios, en particular, de las cuentas públicas. Ese ajuste frena las expectativas de expansión del mercado interno. Crecer al 1 por ciento ya sería optimista y puede complicarse aún más con el escenario global. Va a ser un combo difícil de gestionar”, precisó Burgos.

Bocco explicó que “el esquema de acumulación basado solo en dos o tres sectores que generan renta (campo y bancos, principalmente) está claro que lleva al fracaso. El mercado interno pierde capacidad para crecer en forma endógena (es decir, en base al consumo). Y los factores que dependen de la situación externa no reaccionan. Argentina le pagó a los buitres, cumplió con los mercados, pero no mejoró su situación comercial. Estados Unidos no empezó a comprarle más. Y encima Brasil con su crisis nos dejó de compra”.

“Este año puede haber algo de rebote, después de la caída del 2016. Pero no será muy fuerte. Va a estar impulsado por puchitos de distintas cosas: algo de agro, algo de construcción, algo del blanqueo, algo del sistema financiero”, dijo Carrera. Agregó que “faltan motores que estimulen un crecimiento importante y se suma la incertidumbre política. El Gobierno está en una encrucijada entre reducir el déficit fiscal y salir a ganar la elección. El esquema conspira contra la inversión por la incertidumbre. El 2017 va a ser de crecimiento mediocre”.

Asian, en tanto, planteó dudas sobre la recuperación para los próximos meses. “La reactivación de 2017 ya no es el escenario seguro. No queda claro cuál es la estrategia del Gobierno. El discurso de austeridad del nuevo ministro de Hacienda enciende luces de alerta sobre una posible recuperación este año. Si no hay más gasto, más obra pública y encima el salario no sube en términos reales, es imposible crecer”, concluyó.