Una manifestante murió en la región de los Alpes durante una protesta que se multiplicó en cientos de ciudades de Francia para rechazar al alza en los precios de combustibles anunciada el miércoles pasado por el presidente Emmanuel Macron. En París, la policía reprimió duramente a los manifestantes que, en medio de los enfrentamientos, llegaron a escasos metros del Palacio del Elíseo.

La masiva protesta fue convocada por el movimiento de los "chalecos amarillos" -en referencia a las prendas fosforescentes que debe utilizar todo automovilista en caso de incidente en una carretera-, que rechazan contra el alza, producto de las nuevas tasas que el gobierno justificó con “fines ecológicos”. También repudian la política "injusta" del gobierno, que limita el poder adquisitivo.

El miércoles, el gobierno anunció un alza de las ayudas para los hogares con ingresos más modestos destinadas a cambiar los modelos de coches viejos por más modernos y pagar las facturas energéticas.

Según la información gubernamental, en todo el país se movilizaron 283 mil personas, pero los organizadores rechazaron esa cifra y adujeron que habría que multiplicarla varias veces más. Jean-Luc Mélenchon, líder de la izquierda radical, invitó a los participantes a publicar "fotos de las concentraciones para mostrar el número" de manifestantes.

La protesta se vio empañada por la muerte de una mujer, que fue arrollada por una conductora que entró en pánico después de que los manifestantes golpearan su coche, según indicaron las versiones. En el norte del país, un peatón también fue atropellado y se encuentra en situación de "urgencia absoluta".

El Ministerio del Interior, en total hubo 227 heridos, seis graves, y al caer la noche, más de 200 retenes de manifestantes no habían sido aún levantados.

En París, la avenida de los Campos Elíseos quedó parcialmente cerrada por la policía para evitar que los manifestantes pudiesen marchar. Los "chalecos amarillos" permanecieron en la plaza de la Concorde, hasta que en medio de una avanzada se desató una dura represión policial.

El primer ministro, Edouard Philippe, había advertido hace días la preocupación del gobierno francés. "Se puede manifestar", pero bloquear un país "no es aceptable", dijo antes de la protesta.