Quienes se pregunten donde estuve metidx todos estos años, que me busquen en su cama. Porque estuve en todas y viví para twitearlo. Sí, lo reconozco: también en la cama del centro de rehabilitación muscular, de sustancias ilegales, la del centro de adicciones a dildos y cositas de latex y la de las adoradorxs del misoprostol. Del gender fluid a la sábana fluor es el título de mi próximo libro. ¡Agarrensé del somier! Estuve en cama redonda, cama solar, cama sutra, cama del quirófano y  en la cama en la que han caído todxs los que estuvieron votando cosas como Bolsonaro y bolsonete, Trump y trumpete y no hago más nombres porque me quiero, me mimo y me cuido. 

Hablando de camas, la gente de SOY me hizo una linda camita mandándome a cubrir la marcha del orgullo como respuesta a esta emotiva interjección mía: “¡Qué ganas tengo de darme chupones surtidos con los muchachos de la CHA, intercambiar hilitos de saliva con la muchachada 100 por 100 diversa y otrxs locas de mi época de luchas por los derechos igualitarios!” Llegué a las 3 de la tarde y ni un alma en la calle. ¿Que hicieron los militantes con esa puntualidad para la joda loca que tuvieron siempre? Ahí me entero del bolonqui y me caigo de culo. Resulta que el festival disidente organizado por las organizaciones de mi corazón, había sido la semana pasada. Aunque no tanto… dado que Dios (algunos dice que fue Rachid) les largó una tormenta eléctrica de aquellas. Y ahora, Dios estaba aquí en la marcha oficial (qué palabrota) otra vez, arriba de nosotrxs amenazando con tirarnos sus soretes de punta, como tanto le gusta a él, que ya se sabe su problemita de coporfagia. Las organizaciones legendarias no vendrían a esta marcha, decile chau a la CHA, me dijo uno con pinta de rosquero viejo. Pero el que pierde gana, me dijo una con cara de mirame y no me toqués. Al menos se logró frenar el intento de los organizadores de cambiar el recorrido histórico del orgullo. La marcha tiene menos carrozas, fijate. Hay menos gente del conurbano, agarrate. Y tal vez no venga nadie, dijo con alegría que no entendí. ¡Qué alivio! ¿Querían invertir lo ya invertido? ¡Eso habría sido enderezar! Pero irse… ¿No será mucho? Sebastián Freire que estaba a mi lado ya dispuesto a sacar a unas palomas que paseaban por ahí, con tal de tener una pluma se puso a llorar. No llores le dije, que acá, las locas serán locas pero ni se enteran de los líos de los activistas. Si tardan es porque se están recuperando de la noche de anoche. Ya va a llegar . Ducho y hecho. Aunque no lo veamos el sol siempre está. Y está con todos. Porque fue un abrir y cerrar una lata de cerveza y aparecerse el orgullo en todo su esplendor. Como antes, mas que antes como nunca, empezaban a salir locas y locuelas ataviadas como en mis mejores sueños de ácido. Qué buena combinación pubertad con productos cosméticos que en mi época apenas paliábamos con plastilcola con brillantina y corcho pasado por sangre. Mientras la Jimena Barón cantaba como loca la carroza ídem se armaba una rave itinerante. Orgullo en lucha pintó de rojo la disidencia y el dragueo llego hasta ATE. Vi viejos niños, travas y transexuales por nacer. Felices de no ser lo que corresponde. Recibí lluvia de esperma, gargajos, toqueteos y penetraciones, frotamientos y propuestas de casamiento. No somos los bolsonaros que te parió, no somos ese mundo que se viene encima. Somos, y no paramos de bailar, la envidia de las normalas.