Las diferencias entre Antonio Bonfatti y Miguel Lifschitz siempre existieron, no obstante hay una coincidencia en el pensamiento de ambos y no es de ahora: Ninguno de los dos pensó en su momento que el otro era la mejor opción para la Casa Gris. En efecto, el “distanciamiento” –para llamarlo de algún modo— no se explica únicamente por “la formación y la procedencia en la militancia” como ensayó el viernes Bonfatti en Telefe Rosario, sino desde el momento en que Hermes Binner –último líder indiscutido del PS— posó su dedo sobre la calva de su ministro de Gobierno para que fuera el candidato a sucederlo. Por entonces Lifschitz promediaba su segunda y exitosa gestión en la Intendencia de Rosario. Le costó realmente asimilar que no era su turno, pero finalmente lo aceptó. Al culminar los tiempos de Bonfatti en la Gobernación, hizo aprontes (como ahora hace Lifschitz) y pensó en alguno de sus ministros, pero no quedó en “off-side” impulsando sesiones en la Legislatura para una imposible Reforma Constitucional. Eso hizo menos complicado que por decantación fuera el tiempo del ex intendente de Rosario para apuntar al Sillón del Brigadier. Esta breve historia sirve para contextualizar la disputa de las últimas horas, que tiene además “distintas miradas” (sic ML).

Lischitz modificó su discurso y planteos desde el naufragio de su intentona reeleccionista. En general endureció su posición. Hasta entonces su ponderación del gobierno de Mauricio Macri era indulgente en comparación a los planteos que tanto Bonfatti como la mayoría del Frente Progresista --incluidos algunos ministros-- formulaban sobre el rumbo de la política nacional. No obstante no hubo discusiones públicas, ni refutaciones, ni nada que hiciera presagiar estos momentos que son inéditos en un partido que siempre discutió puertas adentro sus diferencias.

“Yo conozco a Miguel hace 40 años y nunca tuve un problema con él” dice Bonfatti para quitar dramatismo, al punto que –no sin ironía—llega a afirmar “no sé si seré candidato.”

Lisfchitz dice que tiene “su corazoncito” pero no avanza en decir que sus latidos apuntan a Maximliano Pullaro, Ministro de Seguridad y militante de la UCR.

Esta situación “respetaría” lo que el partido ha decidido y ratificado cada uno de sus dirigentes de primera línea –incluidos los mencionados, más Monica Fein— que sólo habrá un candidato por categoría del PS y eso incluye por ejemplo a la Intendencia de Rosario donde hay varios y muy buenos aspirantes.

Pero en el caso del gobernador no deja de ser llamativo que elija alguien que no es de su partido, lo que de algún modo respeta lo antedicho pero contradice la historia.

Pullaro no es ajeno a esta movida, se siente reconfortado por este halago –convengamos que su gestión está en el centro de la escena— que de momento es exclusivo del gobernador. Pero como militante político sabe bien que una cosa es una declaración y otra enfrentar una primaria contra un partido y su estructura invicta sin una estrategia común de cara al comicio general. A diferencia de lo que sucederá en Rosario, donde la disputa de Pablo Javkin con Leonardo Caruana o Veronica Irizar, transitará caminos de cordialidad política y personal de modo de no debilitar de cara a la elección general a quien resulte electo finalmente. Después de las declaraciones de Lifschitz en Reconquista –que no parecen premeditadas— donde dijo que en “febrero vamos a ver” hubo algunas conversaciones informales entre dirigentes de ambos sectores, y coincidieron que para entonces, avanzado el verano y sobre el cierre de listas, no habrá margen para “instalar” otro candidato. Y que más allá de la resistencia el mote, de “candidato natural” es `para el actual presidente de la Cámara de Diputados. Lo otro es imaginarse una docena de actos “armados” en el verano donde Lifschitz se muestre con Pullaro –u otro eventual y remoto postulante— y otros tantos con Bonfatti. ¿O es que Lisfchitz va a “sacar los pies del plato” inclusive antes del armado de las listas para diputados nacionales?. Eso es impensable, sostienen en ambos sectores. Probablemente por esa razón nadie, salvo la irrelevante Alicia Ciciliani, se prendió en esta escaramuza. Fein evitó decir nada para no dejar en falsa escuadra al Gobernador, y prefiere abocarse a definir –entre los dos nombres arriba mencionados— quién será el único postulante socialista para Rosario que enfrente a Javkin. Lo mismo el resto del gabinete y autoridades partidarias que en su mayoría coinciden con la Intendenta en los nombres que van quedando. Una vez más Lifschitz –que evidentemente tiene un diferente manejo de los tiempos— dio algunos nombres al pasar y no hizo eje en ninguno de los mencionados. Al parecer, la decisión tendrá –como en todos los anteriores procesos— una impronta determinante del Intendente/a saliente. Eso se conocerá en el curso de la semana, no así la ratificación de Antonio Bonfatti como único candidato del Frente Progresista a la Casa Gris.