La polémica menos pensada estalló del otro lado de la Cordillera de los Andes. El apoyo de la comisión de Cultura de la Cámara de Diputados chilena al proyecto de que el aeropuerto internacional de Santiago de Chile pase a llamarse Pablo Neruda, en homenaje al premio Nobel de Literatura 1971, desató resistencias que trascienden a la política. El avance de la propuesta parlamentaria despertó en los últimos días el rechazo de diversos grupos feministas, que cuestionan que el aeropuerto lleve el nombre del gran poeta chileno, debido al mal comportamiento que a lo largo de su vida Neruda habría tenido con las mujeres. Las críticas para frenar la iniciativa legislativa se centran en una supuesta violación a una empleada doméstica que el mismo artista relató en Confieso que he vivido, su libro póstumo de memorias. Esas mismas voces son las que, entonces, proponen que el aeropuerto sea rebautizado con el nombre de la también poeta y Nobel de Literatura en 1945, Gabriela Mistral.

La idea de que el aeropuerto de la capital chilena deje de llamarse Comodoro Arturo Merino Benítez y pase a llevar el nombre del autor de Veinte poemas de amor y una canción desesperada es de larga data. Desde hace una década es tema recurrente en la sociedad chilena, y desde hace unos años parecía que Neruda había logrado un amplio consenso, al punto que el proyecto llevó las firmas de diputados de diversas fuerzas políticas. Sin embargo, la posibilidad cierta de que el Congreso trate el proyecto hizo resurgir la controversia, aunque ya no basada sobre la militancia comunista del poeta, sino más bien en función de algunos hechos de su vida privada.

El poeta fue diplomático en Ceilán (actualmente Sri Lanka), en 1929, cuando forzó a una empleada doméstica a tener relaciones sexuales. "Una mañana, decidido a todo, la tomé fuertemente de la muñeca y la miré a la cara. No había idioma alguno en que pudiera hablarle. Se dejó conducir por mí sin una sonrisa y pronto estuvo desnuda sobre mi cama. (...) El encuentro fue el de un hombre con una estatua. Permaneció todo el tiempo con sus ojos abiertos, impasible. Hacía bien en despreciarme. No se repitió la experiencia", escribió Neruda en Confieso que he vivido. Ese hecho, objetan sus detractoras, se suma al desinterés que Neruda tuvo con Malva Marina, la única hija que tuvo con su primera esposa, la holandesa María Antonieta Hagenaar, a la que aparentemente abandonó por haber nacido con hidrocefalia. Dos hechos que ahora hacen peligrar que el aeropuerto internacional finalmente lleve el nombre del autor de Canto general.