En Arabia Saudí, las activistas que tuvieron gran protagonismo en las protestas contra la prohibición de conducir autos, que regía en ese país para las mujeres, fueron detenidas en mayo, un mes antes de que se levantara la arbitraria restricción, y permanecen presas, acusadas de “traidoras”. Tres de ellas son Loujain al Hathloul, Iman al Nafjan y Aziza al Yousef. El informe anual de Amnistía Internacional destaca que “su situación es un reflejo de la que viven las personas que defienden los derechos humanos en general en Arabia Saudí, casi todas condenadas a largas penas de prisión, sometidas a prohibiciones de viajar u obligadas a abandonar el país”. 

En Egipto “son demasiadas” las personas que defienden los derechos humanos que “siguen entre rejas por cargos absurdos de terrorismo o relacionados con la seguridad”. “Amal Fath fue condenada a dos años de prisión en setiembre por publicar en Facebook un video en el que condenaba el acoso sexual y la inacción del gobierno para atajarlo”, dice el informe de la organización de DD.HH. 

En Libia, las defensoras de los derechos humanos, dice AI, levantan la voz contra la corrupción de las autoridades y los abusos que cometen el Ejército Nacional Libio y las milicias, por lo que fueron objeto de violencia de género y de campañas de difamación. En enero, Mariam al Tayeb, que criticó a las milicias responsables de ejecuciones extrajudiciales, desapariciones forzadas y torturas, “fue secuestrada y golpeada por una milicia del distrito de Bab Tajoura de la capital, Trípoli”, señala AI. 

En la diáspora siria, en 2018, creció la importancia de Familias por la Libertad, un movimiento liderado por mujeres que trabaja para encontrar a todas las personas detenidas arbitrariamente, “sometidas a desaparición forzada o secuestradas por el gobierno sirio y otras partes en el conflicto y obtener su libertad”.