Un monigote que representa al presidente de Estados Unidos Donald Trump será quemado en Honduras la última noche de 2018. Por su rechazo a los miles de inmigrantes centroamericanos, en su mayoría hondureños, que en los últimos meses intentaron entrar de manera ilegal a su país en varias caravanas, el magnate neoyorquino será la principal figura elegida para ser prendida fuego con el objetivo de recibir el 2019 con la esperanza de que el nuevo año, dijeron sus creadores, traiga bienestar para sus compatriotas.

“Tratamos de hacer algo bonito, a la gente le gusta la crítica sana que hacemos para ver si los gobernantes algún día deciden cambiar”, dijo Gustavo Lagos, uno de los empleados del taller de tapicería de Tegucigalpa que, desde hace quince años, viene elaborando monigotes para ser quemados al final del año. Los artesanos elaboraron la imagen de Trump subido en un muro en la frontera entre Estados Unidos y México, en posición de vigilante para impedir, con una pistola en su mano derecha, que los inmigrantes hondureños y de otros países de Centroamérica ingresen a su país.

La administración de Trump impulsa una dura política migratoria, a la que ha calificado de “tolerancia cero”. Como resultado, en los últimos dos meses la Patrulla Fronteriza detuvo a 139.817 inmigrantes indocumentados en la frontera con México y 2300 migrantes menores de edad fueron separados de sus padres entre mayo y junio pasados. Además, durante el mes de diciembre un niño y una niña, ambos migrantes guatemaltecos, murieron bajo custodia de las autoridades fronterizas estadounidenses. Ayer, el mandatario culpó a los demócratas por estas muertes. “Cualquier muerte de niños u otras personas en la frontera es estrictamente culpa de los demócratas y sus patéticas políticas de inmigración que permiten a las personas hacer un largo viaje pensando que pueden ingresar ilegalmente a nuestro país”, apuntó Trump en su cuenta de la red social Twitter. “¡Si tuviéramos un muro, ni siquiera lo intentarían!”, añadió el mandatario.

La caravana migrante que salió de Honduras en octubre pasado estará también tendrá su lugar en la última noche del año en Tegucigalpa. Figuras de inmigrantes en caravana hacia Estados Unidos subidos en una carreta tirada por un burro, que es guiado por un hombre humilde con sombrero representando al pueblo hondureño, también arderán la noche del 31 de diciembre. “Huimos de esta Honduras porque nos robaron ¿qué?... La paz, la fe, la salud, la educación, los bosques y para qué contar más. Vamos en busca de una nueva Honduras sin corrupción”, se lee en la carreta.

“Siempre queremos que las cosas cambien, que la vida de nosotros los hondureños sea mejor, aquí es difícil agarrar dinero, a la gente no le alcanza el dinero que gana, por eso migra”, enfatizó Lagos.

Los monigotes, conocidos como “Año viejo”, son parte de una tradición hondureña y son elaborados en casi todas las ciudades del país para despedir el año que termina. Las figuras son rellenadas con cohetes y morteros a los que se les prende fuego a la medianoche.

El presidente hondureño, Juan Orlando Hernández, fue la figura elegida por los artesanos para representar la corrupción, ya que su gobierno y otros recientes han sido salpicados por denuncias de delitos de corruptela. La oposición, además, denuncia que en las elecciones de 2017 Hernández fue reelecto mediante fraude.

En el caso de la imagen de medio cuerpo del presidente hondureño, vestido de saco y corbata, los artesanos la elaboraron pronunciando un discurso en un foro que podría ser en una Asamblea de las Naciones Unidas. “Señor secretario, señora presidenta, déjenme decirles a ustedes que ningún ciudadano del mundo va a emigrar de su país si su país está en paz, es próspero y tiene oportunidades, de eso estoy seguro”, se lee en el discurso que aparece pronunciando el monigote de Hernández.