Desde Santa Fe

Sus compañeros de la cárcel de Coronda lo llamaban "Tenemo" (sin ese) porque lo consideraban "el creador de una escuela filosófica: 'el Tenemismo'. "Una ley de Murphy del subdesarrollo que nos hacía ver que siempre se podía estar peor", la define uno de sus amigos, José "Pepe" Berra. Víctor Hugo Ortiz, el "Negro", falleció horas después de Navidad y dejó un vacío inmenso entre los ex presos políticos de la dictadura, que lo despidieron esta semana. Nació en un hogar obrero de Villa Gobernador Gálvez, donde se crío con siete hermanos hasta que la diáspora familiar los empujó en sus caminos. Su padre era dirigente del Partido Comunista, de él heredó el amor a la política. Boxeador, metalúrgico, trabajador de la carne, tallerista, comenzó a militar en el Peronismo de Base y luego en el Partido Revolucionario de los Trabajadores (PRT).

"Irónico, de sonrisa mezquina", lo recuerdan sus colegas de "El Periscopio", la asociación civil de ex presos políticos de la cárcel de Coronda. "Tenemo" -relatan- "hacía del pesimismo un lugar para el humor. Un filósofo del barro y del barrio. Sensible y duro a la vez, cualidades indispensables de un militante revolucionario. Compañero con mayúsculas. Un pedazo grande de nuestra historia colectiva. Símbolo de la resistencia carcelaria" en los años del terrorismo de estado.

Ortiz declaró en el juicio a los genocidas Juan Ángel Domínguez y Adolfo Kushidonchi, los dos comandantes de Gendarmería que dirigieron la cárcel de Coronda. El Tribunal Oral de Santa Fe los condenó a ambos a 17 y 22 años de prisión por "tormentos" y "tormentos seguidos de muerte", en mayo de este año. Y allí lo conocieron los militantes de Hijos. "Tu sonrisa amplia y tu abrazo afectuoso quedan en nuestro recuerdo. Todas las charlas que nos faltaron quedarán pendientes hasta que volvamos a encontrarnos, en otras calles, en otras luchas. ¡Hasta la Victoria!", lo saludaron.

Berra explicó el legado. "Para nosotros era 'Tenemo' por su "defensa del terruño" en las discusiones con los santafesinos. "El tipo defendía a Rosario con uñas y dientes". En los cruces, contestaba: "En Rosario, 'tenemo' el Monumento a la Bandera, el río Paraná…". Y ahí, nació el "Tenemismo" que definió como esa "ley de Murphy del subdesarrollo que nos hacía ver que siempre se podía estar peor. Una filosofía de vida oscura, tenebrosa, desconfiada, acorde a los tiempos que vivíamos" en la dictadura.

Otro de sus compañeros, José Luis Hisi, contó que después del golpe del '76, Ortiz se "puso más ácido". A las "versiones optimistas" las cortaba con "ironías". "Cuando hablaban de libertades, él señalaba los cajones que salían de la carpintería del penal hacia las funerarias. 'Mirá, ahí van las libertades que decís'. Como sus previsiones se confirmaban, aumentaba su prestigio. Entre bromas y chanzas, comenzamos a hablar de una 'doctrina tenemista' que quedó inmortalizada en 'Las diez décimas del tenemismo'". Un poema que sus autores tuvieron que memorizar completo por que no tenían dónde escribirlo. Lo publicaron en 2003, en el libro colecitvo "Del otro lado de la mirilla", con prólogo del Premio Nobel de la Paz Adolfo Pérez Esquivel. Uno de sus capítulos cuenta: "Yo lo conocí a Tenemo' (Acerca de una cultura de la resistencia)". "Porque si algo tenía Ortiz era su híper realismo. Nada de ilusiones, sólo lucha y resistencia. Era lo que nos hacía poner los pie en la tierra y apretar los dientes", sintetiza Hisi.

"Cuando nos preguntan qué recordamos de Coronda, la primera imagen es la gran solidaridad para enfrentar al enemigo y la inmensa filosofía tenemista", relató Carlos "Tío" Raviolo. "El Negro, más allá de su figura de líder, del real pesimismo carcelario, era un compañero de barrio, bien de base, sin postura, que sabía andar en la calle y se la aguantaba. Más allá de sus años de formación setentista en el marxismo, tenía un pragmatismo político y sindical que le permitió ocupar un lugar de permanente participación" en el Sindicato de Trabajadores Municipales de Rosario, agregó José Villarreal.

Era un "compañero símbolo. Síntesis de todos nosotros, de nuestra época más dura. No hay Coronda sin 'Tenemo'. Con él teníamos más seguridad, más humor, más afecto, más compañerismo, más ética. Hoy, estamos todos un poco más pobres. Gracias por todo, querido Negro 'Tenemo'", concluyó Enrique De Feo.