El quiebre de Cambiemos

El escenario doméstico se encamina a cerrar el año en un entorno enrarecido. La suba del riesgo país convive con una inusual estabilidad del tipo de cambio. La mayoría de los “especialistas” del mercado atribuyen ese comportamiento al posible retorno del kirchnerismo en 2019. Dejando de lado el hecho de que carece de cualquier fundamento empírico, el razonamiento resulta llamativo ya que si existe esa posibilidad es gracias a las políticas implementadas por Cambiemos y sus consecuencias.

Resulta indudable que allí debe encontrarse la explicación a esta supuesta paradoja. La estabilidad del tipo de cambio nominal está estrechamente asociada con la nueva estrategia de política monetaria consensuada con el FMI. Dado que el crecimiento nulo de la base monetaria necesita una elevada tasa de interés de política que no está determinada por la devaluación esperada sino por la necesidad de constreñir el crédito doméstico, eso generó la reaparición del arbitraje. De esa manera se registró una apreciación en el tipo de cambio nominal hasta la banda inferior de la zona de no intervención.

Por otro lado, el aumento del riesgo país no es otra cosa que la percepción por parte de los mercados de una mayor probabilidad de incumplimiento de pagos. Esa mayor probabilidad no se explica por el signo político del partido que gane las elecciones sino por los abultados vencimientos de deuda contraídos por Cambiemos que deberá enfrentar el que gane en los próximos años. Por si fuera poco, resulta difícil encontrar aspectos positivos que hayan sido logrados gracias a dicho endeudamiento, dado que en la actualidad la economía argentina presenta un marcado deterioro en casi todas las variables relevantes (empleo, crecimiento, inflación) en relación al 2015. En el único frente donde el gobierno puede mostrar un resultado positivo es en la reducción del déficit fiscal, que de todos modos debe ser matizado no solo porque eso implica una reducción en algunas partidas sensibles como las jubilaciones, el gasto en educación o en CyT, sino también porque en 2019 la meta probablemente se vea comprometida a partir de la caída en la recaudación que se viene observando en los últimos meses.

No resulta para nada claro que la economía repunte en 2019. A la incertidumbre y la volatilidad que se observa en los mercados, se le suma la propia dinámica local tanto del nivel de actividad como de la dinámica inflacionaria. En este sentido, la recuperación de los ingresos reales de los trabajadores podría ser un elemento clave para escapar de una recesión en forma de “L”.

No obstante, el Gobierno empezó a trabajar para encauzar las paritarias del año que viene, dejando trascender que pretende una pauta salarial en torno al 23 por ciento anual, que luego de la fuerte caída de 2018, plantea un escenario sumamente complejo para los asalariados.

La punta de lanza de la paritaria 2019 seguramente será, como en años anteriores, propiciar el acuerdo de los empleados de comercio (que se llevará a cabo en marzo) en torno a la pauta pretendida y utilizarlo como referencia para el resto de las negociaciones.

Lo cierto es que los trabajadores de Comercio estarían en condiciones de aceptar la pauta oficial del 23 por ciento porque aun así podrían registrar una recuperación real de sus remuneraciones en 2019. Esto se explica por la reapertura de la paritaria 2018, en la que se acordaron aumentos del 20 por ciento durante el primer trimestre de 2019, que haría que el salario del sector se incremente cerca de 48 por ciento. Esto implicaría la recuperación de parte de la pérdida de poder adquisitivo de 2018, aunque sin alcanzar el nivel de 2017.

De lo anterior se desprende que la suerte del poder adquisitivo de los trabajadores en 2019 no se disputará tanto a partir de abril –cuando se empiecen a negociar la mayoría de los nuevos acuerdos– sino que se está disputando en estos momentos, con las reaperturas de los acuerdos 2018. Cabe mencionar que, por ahora, son pocos los sectores que están alcanzando incrementos de las magnitudes acordadas por Comercio. En este escenario, parece improbable que durante el 2019 haya espacio para una recomposición significativa de los salarios. Más difícil parece volver a los niveles de 2017, y ni hablar de los de 2015, que quedaron definitivamente sepultados.

* Economista-ITE.