La administración de Estados Unidos ingresa hoy en la segunda semana de cierre parcial de gobierno. Con cientos de miles de empleados públicos de licencia, aún no hay señales de que demócratas, republicanos y el presidente Donald Trump lleguen a un acuerdo sobre el presupuesto. La manzana de la discordia es la exigencia del mandatario de destinar fondos públicos a la construcción de un muro en la frontera con México. Sin embargo, ayer, el jefe de gabinete saliente, John Kelly, dijo que en realidad no se trata de una pared de cemento, como da a entender el magnate neoyorquino. 

“Por el momento, nuestras negociaciones encuentran un impasse”, dijo el senador republicano Richard Shelby, presidente del Comité de Asignaciones del Senado en la cadena CBS. “Desearía que no fuese así, pero seguimos echándonos la culpa unos a otros. Si seguimos así, esto va a durar mucho, mucho tiempo”, afirmó, citado por el diario estadounidense The Washington Post. 

El pasado 21 de diciembre, se aprobó un proyecto de ley apoyado por los republicanos en la Cámara de Representantes que incluía un fondo de más de 5.000 millones de dólares para asegurar la frontera y permitía que parte de ese monto podía ser empleado para construir el famoso muro. Sin embargo, la medida no tuvo eco en el Senado. Allí, los representantes del Partido Demócrata se pusieron firmes al afirmar que el financiamiento de la valla debe atenerse a los 1.300 millones de dólares que se había acordado. 

Al respecto, siguiendo al Washington Post, el senador demócrata Jon Tester, afirmó que el gobierno había gastado muy poco de esos 1.300 millones que el Congreso   había aprobado para mejoras en    las barreras físicas fronterizas. “(Trump) Dice que necesita más, pero a la vez no hay un plan que explique cómo se va a usar el dinero ni un análisis de cuál es la manera más efectiva de asegurar la frontera”, dijo el senador. “Creo que podemos hacerlo con tecnología y fuerza de trabajo, y será mucho más efectivo que con un muro”, agregó Tester.

Por su parte, el legislador Hakeem Jeffries afirmó que los demócratas estaban preparados para brindar más fondos para tecnología, drones, satélites, luminaria, censores, entre otras cosas que expertos han indicado que mejoraría la seguridad, pero se mantuvo firme en su postura anti-valla. “Lo que Donald Trump y los republicanos quieren hacer es gastar 5.000 millones de dólares de los contribuyentes en una ineficiente muralla medieval que es una solución del siglo 5 para un problema del siglo 21”, dijo el demócrata Jeffries a la cadena ABC. 

La discusión se encuentra empantanada desde el 22 de diciembre. Tal es así que el fin de semana, el mandatario aseguró que estaba esperando a los congresistas demócratas en la Casa Blanca para hacer un trato sobre la seguridad fronteriza. “Estoy en la Casa Blanca a la espera de que los demócratas vengan y hagan un trato sobre la seguridad de la frontera. ¡Por lo que he oído, están dedicando tanto tiempo a acosarme que les queda poco tiempo para cosas como detener el crimen y (apoyar a) nuestras fuerzas armadas!”, escribió Trump en su cuenta oficial de la red social Twitter el sábado. Ese mismo día, el presidente culpó a los demócratas por la muerte de dos niños guatemaltecos bajo custodia de las autoridades fronterizas estadounidenses.

Ayer, en una entrevista a Los Angeles Times, en referencia al cierre parcial del gobierno y su relación con el muro que exige Trump, Kelly dijo: “Para ser honesto, no es un muro. El presidente todavía le llama ‘muro’. En algún momento dirá más francamente ‘barrera’ o ‘cerco’; ahora se inclina por los barrotes de acero”. El saliente jefe de gabinete afirmó, además, que ya no existía la idea de una pared de cemento. “Ya abandonamos la idea de un muro de concreto sólido hace tiempo en esta administración, cuando preguntamos a las personas qué necesitaban y dónde lo necesitaban”, indicó.

Kelly, exgeneral de la Marina que dirigió el comando militar responsable de América Latina, fue secretario de Seguridad Nacional de Trump antes de convertirse en jefe de gabinete de la Casa Blanca en julio de 2017.  Sin embargo, su relación con el presidente se deterioró y será pronto reemplazado por Mick Mulvaney, actual director de presupuesto.

El aún funcionario, además, se despegó del discurso de Trump para el que la caravana de migrantes se trataba de una invasión de miembros de pandillas y de malas personas. “Los inmigrantes ilegales, en su mayoría, no son malas personas... No siento más que compasión por ellos, por los niños pequeños”, dijo también Kelly al diario, agregando que muchos son manipulados por traficantes de personas. Además, afirmó que la forma de superar el problema de la inmigración ilegal era terminar con la demanda de drogas en Estados Unidos y expandir las oportunidades económicas en Centroamérica.

En concreto, la parálisis parcial de gobierno afecta a agencias de diez departamentos del Ejecutivo, incluyendo Transporte y Justicia, así como a decenas de parques nacionales, que suelen ser una gran atracción turística. El cierre también perjudica a 800.000 de los 2,1 millones de trabajadores federales, que no cobrarán mientras permanezca cerrado el gobierno y están a expensas de la aprobación de un presupuesto. Además, el “shutdown” puede embarrar las estadísticas económicas del país, al no poder divulgar datos claves en un momento en que los mercados son extremadamente sensibles a cualquier incertidumbre.

Tanto el gobierno como los congresistas dieron indicios de que el cese de actividades puede prolongarse hasta enero, cuando los demócratas, gracias a su nueva mayoría, tienen previsto asumir el control de la Cámara Baja y podrían aprobar una financiación de la Administración sin destinar fondos para el muro anhelado por Trump.

Este es el tercer cierre que afronta Trump desde que llegó al poder a principios de 2017: el primero se produjo en enero de este año, coincidiendo con su primer aniversario en la Casa Blanca, y se alargó durante tres días, mientras que el segundo fue en febrero y duró apenas unas horas.