Son dos gobernadores que hoy están en las antípodas ideológicas. Wilson Witzel del Partido Social Cristiano (PSC), un ex infante de marina y ex juez federal (PSC), aliado de Bolsonaro, fue elegido al frente del estado de Río de Janeiro. Flavio Dino, también otro ex magistrado, es el único gobernador comunista y el primero en la historia de Brasil. Pertenece al PCdoB, fue reelegido en el cargo para administrar Maranhâo y acompañó al PT en las últimas elecciones. Su camarada Manuela D’Avila completó la fórmula que lideraba Fernando Haddad.   

Witzel declaró el jueves pasado que “necesitamos tener nuestro Guantánamo. Hay que poner a los terroristas en lugares donde la sociedad se libre definitivamente de ellos”. Se refería a los narcotraficantes, a quienes pretende darles el mismo status criminal que a los presos detenidos en la base que Estados Unidos opera desde Cuba, mientras viola el derecho internacional. Organismos de distintas partes del mundo han denunciado las violaciones a los derechos humanos que se cometen ahí y que ahora el nuevo gobernador de Río de Janeiro pretende imitar.

Al enterarse de las políticas anunciadas por Bolsonaro de flexibilizar la portación de armas, Dino sostuvo en su cuenta de Twitter: “El lobby de la industria de armas es muy poderoso, con una gran actuación en Estados Unidos. Viene de allí la inspiración para moverse en la legislación brasileña. El objetivo es vender más armas, no mejorar la seguridad de la población. Un ejemplo más de la actual sumisión de Brasil a los Estados Unidos”. Dos visiones diferentes de un país que empieza a cambiar a pasos acelerados en todos los planos.