“El debate está en las casas. Está el debate de la violencia, está el debate del aborto. Lo que significa para las pibas el haber levantado la bandera del aborto y haberse encontrado con su propio deseo... A mí me parece que eso es revolucionario realmente. Eso tiene que estar afectando las relaciones familiares”. Quien reflexiona es Graciela Di Marco, doctora honoris causa por la Universidad Nacional de Misiones y Directora del Centro de Estudios sobre Democratización y Derechos Humanos de la Escuela de Humanidades de la Universidad Nacional de San Martín.

Di Marco se define como feminista, una marca de este registro estará durante esta entrevista en ese nosotras inclusivo que la ubica dentro del movimiento desde hace décadas. En ese recorrido trabaja hace años con la promoción de la democratización de las relaciones familiares, lo que quiere decir entre otras cosas promover la igualdad de género en la intimidad. También estudió y habla del “pueblo feminista”: “Cuando decís feminismo popular, si lo das vuelta estás hablando del pueblo feminista. Hay un pueblo cuando hay un grupo subordinado que quiere entrar al juego completo de la democracia, y además quiere redefinir la democracia”.

–¿Cómo irrumpe lo que llama “el pueblo feminista” en la configuración de las familias, parejas, relaciones?

–Cuando escribí sobre el pueblo feminista miraba la dislocación de las identidades de las mujeres producida por su participación en los Encuentros Nacionales de las Mujeres y en los movimientos sociales. En el 97 irrumpen las mujeres de los movimientos piqueteros, del Mocase, etc. Las mandan los varones a los Encuentros. Algunas, no todas, empezaron a replantearse lo que hacían en el movimiento y lo que hacían en la casa. Cuestionaban los liderazgos masculinos en el movimiento y empezaron a sentirse incómodas con lo que pasaba en las casas, porque venían los dos de la marcha, el tipo se tiraba para ver si habían salido en la tele mientras ella tenía que preparar la comida para los chicos.

Luego hubo un #NiUnaMenos (2015) que en principio no se sabía si se iba a ampliar incorporando la crítica contra el patriarcado o se iba a quedar solamente en el tema de violencia. Creo que al lograrse que el NiUnaMenos tomara las lucha por el aborto y otras banderas de los feminismos, con una masividad que nosotras con nuestras consignas no habíamos logrado, nos convertimos en algo más amplio.

–Usted hace años que habla de la necesidad de una “familia democrática”, ¿cómo lo vincula con este pueblo feminista?

–El feminismo viene buscando formas de expresión no sexista donde no quedemos invisibilizadas. Un tema es el de la democratización de las familias. Hace unos años el grupo que estaba en terreno haciendo talleres de democratización veía que se quería concentrar todo en el tema de la violencia y no podían conectar esto con una estructura de poder dentro de las familias, que era una estructura totalmente desigual y que no se trataba de verlo en la expresión máxima del poder que es la violencia sino verlo también en la vida cotidiana. Cuando aparece NiUnaMenos, el primer año, no se hacían ese tipo de vinculaciones: “lo importante es que el tipo no te grite y no te pegue” pero si sigue tomando las decisiones él en la casa o te mira con desprecio o hace cosas que a vos no te gustan, eso no era entendido como dentro de este paquete. Por otro lado, el femicidio es el extremo letal del patriarcado pero hay toda una cadena de violencias para llegar a ese extremo.

–Aumentaron los divorcios en el rango etario más alto y en los matrimonios de más de 20 años, ¿tiene que ver con un cambio de paradigma?

–Creo que sí. Las mujeres antes aguantaban más. Por eso yo hablo de la dislocación de las identidades femeninas. ¿Cuándo una mujer puede asumir una separación desde un punto de vista material? No hablo de lo psicológico. Cuando gana lo mismo que gana un varón de su estrato social. Aparte del sufrimiento psicológico, de la destrucción de las esperanzas románticas en un matrimonio para toda la vida, todo ese tipo de cosas que en algunas personas ha sido muy fuerte, sobre todo en las personas más grandes, necesitás tener una base material.

–Lo cual en general para las mujeres es más difícil.

–Claro. Las mujeres ahora trabajan más. Han recibido durante los últimos años la asignación universal por hijo, que es el salario familiar... He visto mujeres trabajando en casas de familia que tienen un trabajo en blanco, tienen derechos que nunca soñaron que podían tener, tienen la asignación universal, el hijo o la hija tienen una beca por el secundario... todo eso hace que esas mujeres puedan seguir adelante y que no tengan una pérdida hasta económica por estar al lado de un varón que no satisface ni las necesidades afectivas ni las económicas. En las decisiones de separarse o divorciarse hay muchos cálculos que van juntos. No va solo el “no lo quiero más”, también hay un cálculo de las bases materiales de la existencia.

–El año que viene es un año político, ¿cómo jugará esta agenda feminista y su impacto en la vida cotidiana?

–Este es un país que pasó de un populismo de izquierda a un iliberalismo (toma algunas instituciones de la democracia liberal, por ejemplo el voto, pero no se respeta la división de poderes, se trata de imponer el negacionismo en temas de derechos humanos, utiliza la prisión preventiva como escarnio público de militantes populares y ex funcionarios, se autoriza para matar a agentes de las fuerzas, etc, y al mismo tiempo, se desmantelan los derechos históricamente conquistados como el sistema previsional, educativo y de salud, etc). El populismo significa la  construcción de un pueblo que significa que todos los que estaban afuera puedan estar adentro. Significa, como dice Jacques Rancière, contar a los no contados. Y entre esos no contados estamos las no contadas, las mujeres que somos el 50 por ciento. De manera que hay también cruzamientos en estos momentos muy interesantes para observar, que inciden y son influidos por lo que sucede en la vida cotidiana. Ese debate está en las casas. Está el debate de la violencia, está el debate del aborto. Lo que significa para las pibas el haber levantado la bandera del aborto y haberse encontrado con su propio deseo... A mí me parece que eso es revolucionario realmente. Eso tiene que estar afectando las relaciones familiares. Ahora hay una masa crítica de mujeres feministas adultas que siempre estuvieron luchando por estos temas de una determinada manera, se le agrega este pueblo con todas las chicas jóvenes que redefinen su sexualidad de manera diferente a cómo la definíamos hace años pero que están también pensando cómo pueden tener relaciones igualitarias, cómo se ganan la vida... creo que el momento es extraordinario porque es de ida y vuelta y se escuchan diversas voces. Que en el debate por el aborto hubiera que aclarar que estábamos hablando de mujeres, lesbianas y cuerpos gestantes... se pasó un límite en la concepción de qué entendés por identidad masculina, femenina, por otras identidades. Hay una fluidez de las identidades que me maravilla porque estamos saliendo de muchas cajas prefijadas.