La primera ministra británica, Theresa May, inauguró ayer el debate en el Parlamento que definirá cómo será la salida de la Unión Europea (UE) con una lluvia de críticas y con un nuevo revés político: una mayoría le impuso que, si no hay acuerdo de Brexit, el gobierno tiene que presentar un plan B en un máximo de tres días. 

May presentó un nuevo texto que establece los términos en los que el Reino Unido abandonará la UE el 29 de marzo próximo, aunque la posición aseguró que el acuerdo “no cambia ni una coma” del que había presentado en diciembre pasado y que tuvo que retirar antes de la votación porque sabía que se dirigía a una derrota segura. Ahora, el Parlamento tiene cinco días para debatir el texto y votarlo el próximo martes. Si no se aprueba, May tendrá que presentar un plan alternativo antes del viernes de esa semana. 

Ayer, sin embargo, la primera ministra insistió en que su acuerdo, que tiene pocas chances de ser aprobado, no sólo es el único disponible sino que además es la única posibilidad de frenar una salida desordenada “sin acuerdo” en sólo 10 semanas. “La única forma de evitar un no acuerdo es votar por el acuerdo”, afirmó May.

En diciembre pasado, la primera ministra postergó la votación del pacto en la Cámara de los Comunes debido a que la mayoría de los legisladores, tanto propios como ajenos, expresaron su rechazo. 

El texto, en el que sobresale la pluma de Bruselas, no convence a nadie en el Reino Unido: ni euroescépticos ni proeuropeos están conformes. El tema más polémico gira en torno a la frontera entre Irlanda del Norte, una de las naciones constituyentes del Reino Unido, e Irlanda, país soberano y miembro de la UE. Belfast y Dublin mantuvieron un violento conflicto armado durante casi 30 años y la posibilidad de reactivar una frontera dura entre los vecinos es rechazada a ambos lados de la isla. Pero sin frontera, Reino Unido se mantendría, de facto, dentro de la unión aduanera y no podría firmar tratados comerciales bilaterales, la gran promesa de los defensores del Brexit.

May se comprometió a buscar garantías para Irlanda del Norte, pero Bruselas se niega a renegociar el punto de la frontera en la isla irlandesa, lo que significa que, incapaz de fijar una fecha límite a la salvaguardia existente, Londres podría quedar atrapado indefinidamente dentro de la unión aduanera.

El líder de la oposición, el laborista Jeremy Corbyn, rechazó ayer el texto y dijo que no se le cambió “ni una sola coma” con respecto al que se iba a votar en diciembre. “¿La primera ministra nos está trayendo exactamente el mismo texto que ella misma admitió que sería derrotado hace cuatro semanas?”, se preguntó Corbyn y aseguró que presentará una moción de censura si el texto es rechazado. Además, le preguntó a May si había pensado en convocar a elecciones anticipadas.

Si bien los laboristas plantearon la posibilidad de una moción de censura que podría desencadenar un llamado a elecciones anticipadas, no está claro que puedan reunir los apoyos necesarios para hacer caer al gobierno. Además, en caso de que lo consigan, una nueva elección no modificaría por sí sola la fecha del Brexit. Una eventual extensión debe ser acordada con los 27 países miembros de la UE. 

En este complejo contexto, los miembros del Parlamento que apoyan el Brexit pero no la incertidumbre en la frontera irlandesa que plantea el acuerdo del gobierno están presionando por una salida sin acuerdo, una opción que aterra a empresarios y analistas económicos. 

No obstante, el debate actual en la Cámara de los Comunes dejan entrever que la mayoría de los legisladores se opone a abandonar la UE sin acuerdo y tratarán de evitar esa opción. Lo que no queda claro aún es si esta misma mayoría apoya una misma solución. 

Hay al menos tres opciones inmediatas: posponer la fecha del Brexit para conseguir un nuevo acuerdo, convocar elecciones generales o celebrar un nuevo referéndum que podría revocar el Brexit.