No deja de ser entre paradójico y asombroso que un gobierno reconozca que el futuro del país será mucho peor a raíz de una política oficial. Es lo que sucede en el Reino Unido. La evaluación gubernamental es que los británicos estarán mucho peor en los próximos quince años debido al Brexit, sea duro o blando. Si el Brexit es blando, la pérdida será de un 0,6 por ciento del PIB. Si es duro, la caída será del 7,7 por ciento. En el peor de los escenarios de un Brexit duro, que incluye una drástica disminución de la inmigración, la caída rondaría el el diez por ciento del PIB. 

El Reino Unido tiene la mitad de sus intercambio comercial con la UE. La cadena productiva industrial, en particular en sectores como la aviación o la industria automovilística, está íntimamente integrada a la de otros países europeos. Un setenta por ciento de los alimentos que importa el país vienen del continente: los aranceles automáticos que se les aplicarían si no hay acuerdo, redundarían en un abrupto salto en la inflación. 

El comercio será uno de los sectores más afectados con un claro impacto inflacionario. “El incremento promedio debido al aumento de aranceles para el comercio minorista puede llegar al 22 por ciento en productos lácteos, cárnicos, verduras y frutas. Si bien los proveedores y el comercio absorberán buena parte de este aumento, será inevitable que el incremento alcance a los consumidores finales. Calculamos una inflación del 4,5 por ciento en estos productos”, señaló al The Guardian Thomas Brereton, un analista de comercio de GlobalData. 

El impacto que tendrá un Brexit duro en la libra esterlina puede agravar estos problemas. Desde el referendo de 2016 la divisa británica perdió un doce por ciento de su valor frente al euro y un seis frente al dólar a pesar de que en la práctica nada ha cambiado desde el referendo: el Reino Unido sigue siendo miembro de la UE. La depreciación de la libra fue reflejando los vaivenes del gobierno de Theresa May y su negociación con la UE. Con hechos consumados el 29 de marzo, fecha de la partida británica del bloque europeo, se anticipa un impacto mucho mayor. Si a esto se le agrega el temor a un caos fronterizo –puertos, aeropuertos y la única frontera terrestre, la de Irlanda del Norte y la República de Irlanda– se ve la imprevisible magnitud que puede tener un Brexit duro sobre la economía británica.