En las apps “no todo es fugacidad, sino que también se construye lazo social. De una manera más rápida, quizás más instantánea pero que no deja de ser lazo social”. Mariana Palumbo, investigadora del Conicet, hace tres años que estudia los vínculos en las aplicaciones para citas y viene publicando diversos artículos que son parte de su tesis de doctorado de próxima aparición “Solos y solas: búsquedas de encuentros eróticos y afectivos en mujeres y varones heterosexuales (Area Metropolitana de Buenos Aires, 2015-2017)”.

–Usted dice que las apps son como el boliche, ¿por qué?

–Cuando yo era adolescente e iba a bailar sabíamos que el boliche era un lugar donde podíamos levantar. Había muchísima gente que uno observaba, no hacías análisis románticos, mirabas y decías “me gusta, no me gusta”, “me da cierta pauta, no me da cierta pauta”. A partir de eso empezabas a bailar y si no te gustaba más empezabas a bailar con otro. Por eso digo que las apps son el boliche en el sentido del lugar de levante, de rapidez, de fugacidad.

–Hay una visión pesimista sobre las tecnologías. Usted tiene otra mirada, ¿puede explicarla?

–La bibliografía más conocida sobre los temas de virtualidad, a lo (Zigmunt) Bauman, tienen una idea líquida, de fragmentación, de pérdida de lazo social. Por supuesto que esto nace en un contexto de posmodernidad, donde la gente tiene menos tiempo, trabaja más horas, donde las mujeres quedan a cargo de sus hijos la mayoría del tiempo... pero los sujetos se reapropian de eso. Con esas estructuras llegan a prácticas que les son funcionales. El ciberfeminismo dice que las aplicaciones permiten potenciar ciberactivismo, relaciones múltiples. El boom de poder visibilizar el acoso, la violencia, tiene que ver con que internet tiene un lugar central. No solo me encuentro, si no que puedo mostrar, contar. Es un lugar donde yo cuento lo público. Entonces, retomo la teoría de Michel Maffesoli, veo que los sujetos se reapropian de eso. Hay construcción de lazo social. En esa fugacidad yo miro, como en el boliche, digo “este me gusta, este no me gusta” y empiezo a hablar con esa persona. Chateo y aunque quizás no la vea nunca, me reerotizo a mí misma.

–Lo ve positivo especialmente para las mujeres divorciadas. 

–Porque estas madres, por ejemplo, podían chatear con alguien en un contexto que tienen poco tiempo. O tal vez podían juntarse a comer o también quizás se mandaban fotos de ellas “en pelotas” y la otra persona también. Entonces genera un montón de dinámicas de construcción del deseo y la autoestima. Todo eso permite que aunque quizás no encuentren en las apps una persona con quien vincularse, en este relacionarse, en ese jugueteo erótico que existe, después en otro espacio de sociabilidad sí encuentran alguien con quien tal vez tengan encuentros sexuales o formen pareja. Entonces no todo es fugacidad, sino que también se construye lazo social. De una manera más rápida, quizás más instantánea pero que no deja de ser lazo social. Por eso está bien pensar en la teoría de (Michel) De Certeau, de cómo los sujetos se apropian de eso. 

–¿Qué pasa con el amor romántico en las apps?

El amor romántico recupera un horizonte de sentido. No necesariamente las personas se emparejan o tienen hijos o cohabitan. Pero eso aparece como algo deseable. Y mientras tanto las trayectorias afectivas de las personas son heterogéneas y zigzaguean. Entonces, nadie postula la idea de estar soltero o soltera toda la vida. ¿Cuál es el ideario romántico hoy en estas personas entre 35 y 50 años? Hay una idea del compañero, la compañera. Es esta idea de compartir con un otro. La idea de la pasión en este grupo etáreo no es tan importante, lo que sí es más importante es compartir pero al mismo tiempo el respeto por la individualidad, poder contarle al otro, que el otro me ayude, no hay un avasallamiento. Esta idea romántica de “soy todo para el otro, el otro es todo para mí” está pero siempre que haya un respeto a la individualidad. Eso es un ideal. Después hay personas que tienen un montón de encuentros sexuales y nunca llegan a tener pareja. Hay otras que dicen “quisiera no emparejarme ahora” y enseguida se emparejan.