El ex líder ultraizquierdista italiano Cesare Battisti fue extraditado ayer a Italia después de haber sido detenido en Santa Cruz de la Sierra, Bolivia. Una vez de vuelta en su país, le espera una condena perpetua por homicidios durante a fines de la década del 70, cuando integraba el grupo Proletarios Armados por el Comunismo (PAC).

El sábado, Battisti fue detenido por agentes bolivianos de Interpol en coordinación con oficiales italianos. Un día más tarde y tras el rechazo a una solicitud de asilo por parte del gobierno de Evo Morales, fue remitido a las autoridades italianas que llegaron al país andino en un avión especial desde Roma. El ex activista estaba prófugo desde diciembre, cuando huyó de Brasil. Durante algunos años había encontrado asilo en el país tropical bajo el gobierno del ex presidente Luiz Inácio Lula da Silva, quien negó reiteradamente su extradición. Sin embargo, el 14 de diciembre pasado, el ex mandatario Michel Temer, firmó el decreto que aprobaba la orden extradición del italiano, reclamada desde hacía años por Italia. Fue entonces cuando se fugó a Bolivia. 

El caso de este exactivista vuelto a la clandestinidad tras vivir protegido por gobiernos de izquierda -primero en Francia y luego en Brasil- planteó una inesperada e incómoda disyuntiva a la Bolivia del también mandatario de izquierda Morales de cara al reclamo italiano: darle refugio o expulsarlo. La defensoría del pueblo reveló ayer que Battisti había solicitado refugio en una carta enviada tres días antes de Navidad al Consejo Nacional del Refugiado, pidiendo que se le concediera el asilo que le garantizara su “seguridad, libertad y vida”. El defensor del Pueblo de Bolivia, David Tezanos, indicó: “No se le tomó una entrevista ni se le hizo conocer una resolución denegatoria, aspectos fundamentales del debido proceso (...) lo que vulnera los principios de ‘no devolución’ y ‘no expulsión’”. 

Bolivia, donde Morales buscará la reelección en octubre, optó por resolver el dilema entregándolo directamente a los italianos, sin conceder al poderoso vecino de ultraderecha la oportunidad de exhibirlo como trofeo de guerra. En su pedido de refugio a Bolivia, el italiano deploró “la nefasta coincidencia” de gobiernos de ultraderecha en Italia y Brasil. El abogado defensor del italiano, Igor Tamasauskas, dijo ayer que esperaba que el caso tenga un desenlace de respeto a los derechos fundamentales de su cliente.

El ministro de Justicia italiano Alfonso Bonafede explicó que como Brasil no prevé cadena perpetua en su derecho penal, Italia había accedido a reducir la condena a 30 años de cárcel con la esperanza de recuperar al fugitivo. Un compromiso jurídico que ya no corre al regresarlo directamente a Roma, aunque la diferencia entre cadena perpetua y 30 años no tenga relevancia para un hombre de 64.

“Mi primer pensamiento es para las víctimas de este asesino (...) protegido por las izquierdas de la mitad del planeta. Se acabó el picnic”, tuiteó el ministro del Interior italiano, Matteo Salvini. “Se hará finalmente justicia para las víctimas del terrorismo”, reaccionó de forma más sobria el exjefe de gobierno italiano Paolo Gentiloni.

Del otro lado del Atlántico, el ultraderechista presidente brasileño, Jair Bolsonaro, felicitó a las autoridades que detuvieron a Battisti. “¡Felicitaciones a los responsables de la captura del terrorista Cesare Battisti! Finalmente se hará justicia al asesino italiano y compañero de ideales de uno de los gobiernos más corruptos que existieron en el mundo (PT)”, aseguró Bolsonaro en un mensaje publicado en su cuenta de Twitter, su habitual medio de comunicación. Desde su campaña, Bolsonaro había anunciado que no escatimaría esfuerzos para lograr la extradición del activista italiano, quien también era buscado por las autoridades brasileñas e internacionales por la comisión de los delitos de evasión de divisas y lavado de dinero.

“Brasil ya no es más tierra de terroristas, Matteo Salvini, el pequeño regalo está llegando”, dijo por su parte el diputado Eduardo Bolsonaro, hijo del mandatario, afirmó en su cuenta de la red social Twitter.

Exmiembro del grupo PAC durante los llamados “años de plomo” en Italia, Battisti fue juzgado en ausencia en 1993 y condenado a perpetuidad por cuatro homicidios y complicidad en otros asesinatos a finales de los años 70. Vivió 15 años exiliado en Francia protegido por el gobierno socialista de Francois Mitterrand, donde se convirtió en exitoso autor de novelas policiales. Tras una estadía en México regresó a Francia, pero en 2004 se vio obligado a partir de ese país ya que los vientos políticos habían cambiado. Luego se refugió clandestinamente en Brasil, antes de ser detenido en Rio de Janeiro en 2007. En 2010, Lula da Silva negó su extradición a Italia tras un largo proceso judicial con una estadía en la cárcel. En el último día de su mandato, le otorgó el estatuto de refugiado político. Battisti se casó con una brasileña, con quien tuvo un hijo en 2013.