El Gobierno inauguró el año electoral con rotundo fracaso al intentar otorgar licencias express para pilotos extranjeros de aviones que tenía como objetivo, tal como lo reconoció el titular de la ANAC, Tomás Insausti, quebrar las posibles medidas de fuerza de los pilotos nacionales. En ese contexto, en la madrugada de ayer los que terminaron fracturados fueron los funcionarios del Ministerio de Transporte que dirige Guillermo Dietrich, cuando anularon la resolución que había provocado el paro de 48 horas que decretaron los gremios APLA y UALA. Sin margen de maniobra, y casi sin abrir la boca, Insausti firmó el acta donde anunció su derogación en el marco de la reunión que tuvo a las 8 de la mañana con los dirigentes sindicales y el secretario de Trabajo, Lucas Aparicio.

La resolución 895/18 fue la que disparó el conflicto porque modificaba el Código Aeronáutico en los artículos que prevén el otorgamiento de licencias a pilotos extranjeros. Los sindicatos detectaron en esa maniobra la decisión del Gobierno de flexibilizar las condiciones y los derechos laborales de los pilotos del servicio aerocomercial argentino. Esos pilotos no solo desplazarían a los nacionales sino que fundamentalmente estarían por fuera de los convenios colectivos flexibilizando la tarea, algo que pretende el Gobierno, pero también con el consecuente riesgo para pasajeros y aeronaves. Esto ocurrió en diciembre pasado y ante la inminencia de un paro también de dos días Dietrich recurrió a la Secretaría de Trabajo para pedir la conciliación obligatoria. La formalidad del pedido recayó en Insausti que, como titular de la Administración Nacional de Aviación Civil (ANAC), había rubricado la famosa resolución.

La conciliación se desarrolló según los pasos tradicionales pero en ninguno de los encuentros el Gobierno propuso una alternativa que resuelva el problema. Incluso Insausti en una de las reuniones reconoció ante los sindicalistas que el objetivo era quebrar la unidad sindical. Un error que durante la jornada de este último miércoles debe haber lamentado.

Con el paro decretado por Pablo Biró por APLA y Cristian Erhardt de UALA, los funcionarios de Transporte, donde reporta Insausti, buscaron junto a Lucas Aparicio una forma de reinstalar la conciliación pero la normativa impide que una vez vencidos los plazos se dicte otra conciliación por un mismo motivo. Para colmo, la conciliación finalizó sobre el comienzo de la segunda quincena de enero que suele ser fuerte en cuanto a recambio turístico. Ese mal cálculo de los funcionarios dio cuenta de la “falta de calle” que suelen adjudicarles a los dirigentes de Cambiemos.

Desde antes de la medianoche del miércoles y durante las primeras horas del jueves hubo llamados entre Trabajo y Transporte-ANAC y desde Trabajo con Biró y Erhardt, quienes se mostraron firmes al sostener que la única forma de levantar el paro era la anulación de la resolución. Ni siquiera la advertencia de quitar la personería a los gremios o imponer multas hizo retroceder a los gremialistas. Sin alternativa y con mucha torpeza política acumulada, Insausti no tuvo más remedio que hacerse cargo del costo de derogar la resolución. Sin embargo, eso no era suficiente para los gremios que pidieron garantías que debía traducirse en una prueba fehaciente de que la resolución ya no existía y se volvería a los requisitos que prevé el Código Aeronáutico.

Entonces se pactó un encuentro a las ocho de la mañana en la Secretaría de Trabajo donde los esperaba Aparicio. Los vuelos de la seis de la mañana no despegaron y los pilotos se mantuvieron en asamblea hasta tanto finalice el encuentro. Ante Aparicio se sentaron Insausti y los dirigentes gremiales. El único que habló fue el funcionario de Trabajo quien leyó el acta donde quedó asentado que el Gobierno derogará la 895. Los presentes estamparon sus firmas y poco a poco los vuelos se fueron normalizando.

La derogación de la resolución 895 implicó el primer triunfo sindical en esta año electoral. Buena parte de la responsabilidad del fracaso oficialista recayó sobre la humanidad de Insausti pero las esquirlas también afectaron a Dietrich, a la sazón el padre de la revolución de los aviones. El otro dato dejó este conflicto fue el silencio de la CGT.