Cortes pixie, bob, media melena, con gran coleta, con corona de trenzas, con trenzas cocidas, infinitas o de dragón, recogido con diadema, a media nuca, suelto, ondulado: todo es materia de interés (capilar) para la artista gala Bernita Broderie; mote de adopción de esta mujer de Lyon, Francia, que hace de las cabelleras el centro total de sus piezas artesanales. Obras únicas e irrepetibles, hechas a mano por la susodicha damisela bordadora, ducha en las huestes del embroidery, conforme evidencian las decenas de hairstyles 3D que compone con hilo y comparte luego en su cuenta IG, para albricias de buenos miles de seguidores. “Una figura bordada significa mucho más que el mismo trazo sobre un papel. Porque cada puntada está cargada de la historia doméstica de las mujeres”, anotó la escritora y periodista peruana Fietta Jarque en cierta ocasión, reivindicando el florecido arte del bordado, donde no da puntada sin hilo quien sostiene el bastidor. En el caso de Bernita, el despliegue técnico es sonada prueba de paciencia y laboriosidad puesta al servicio de los peinados de las mujeres, queriendo resaltar sus tocados, apenas trazados los cuerpos, las figuras siempre de espaldas, a lo sumo de perfil; muchas veces, amigas o hermanas que se sostienen, se abrazan en gesto sororo, mientras el diseño detallado les emperifolla la cabecita con motivos florales. Hilos que devienen mechas, mechas que forman bonitillos peinados tridimensionales, peinados que son obras listas para colgar. A la venta cada una de ellas por unos cuantos dólares, a través de la tienda etsy de doña Bernita Broderie, que no suelta la aguja –cabe presuponer– ni en la peluquería, acaso fuente máxima de inspiración.