Miguel Bein: “Macri es un desarrollista y es un constructor. 

Viene de una familia de trabajo, no viene de una familia financiera”. 

(Reportaje en diario La Nación, 2/7/2016) 

El sector de la construcción recibió con muchas expectativas al gobierno de  Cambiemos. Al fin y al cabo había llegado a la presidencia uno de los “suyos”. 

El Grupo Macri surge como una mediana empresa constructora en los setenta. Más acá en el tiempo, la empresa familiar Iecsa se convierte en una de las más importantes contratistas de obra pública. 

El corazón del Grupo (el holding Sideco Americana) también incluía a otras empresas constructoras como, por ejemplo, Creaurban (desarrolladora inmobiliaria de lujo). El investigador Alejandro Gaggero explica que “Sideco aprovechó bien el auge de la construcción privada de la posconvertibilidad y edificó buena parte de las torres de Puerto Madero (Madero Plaza, Mulieris Puerto Madero, Art María). Pero la pata fuerte era la obra pública, especialmente en los sectores de infraestructura energética, vial, ferroviaria y de saneamiento. Iecsa, por ejemplo, integró el único consorcio que se presentó para la construcción del tren bala entre Buenos Aires y Rosario”.

Lo cierto es que el primer año del gobierno de Macri arrojó un saldo negativo para la economía en general y para el sector en particular. La paralización de la obra pública, acompañada de la caída de la construcción privada, determinó un retroceso del 12,7 por ciento. Fue la peor performance productiva desde la crisis de 2002. 

El escenario se modificó al año siguiente. La reactivación de la obra pública y el “boom” de los préstamos hipotecarios UVA dinamizaron una actividad que recuperó el terreno perdido en 2016. 

En ese momento, Macri encabezó el cierre de la 65 Convención de la Cámara Argentina de la Construcción (CAC). “La construcción siempre fue una parte de mí... estamos invirtiendo como nunca antes en infraestructura… la construcción es un sector clave para el futuro de los argentinos. El sector viene creciendo en puestos de trabajo. Estamos construyendo bases sólidas y empezamos por fin a trabajar juntos”, aseguró el Presidente.

Sin embargo, las “sólidas bases” de la economía macrista no aguantaron mucho más. El buen arranque inicial fue neutralizado en el segundo semestre de 2018. Los datos de los últimos meses muestran un significativo derrumbe. En diciembre, las ventas de insumos se desplomaron 31,8 por ciento interanual, según el grupo Construya. Es la peor caída desde que comenzó el gobierno de Cambiemos. Ese índice finalizó con un retroceso anual acumulado del 7 por ciento. 

Por su parte, el último dato oficial de actividad (correspondiente a noviembre) muestra una caída del 15,9 por ciento interanual. 

Las perspectivas en el corto plazo son malas. El gobierno apostaba al esquema Programa de Participación Pública Privada (PPP) para contrarrestar el fuerte recorte de la obra pública. 

En esa línea, el Presupuesto 2019 contempló ochenta proyectos (viales, energía, tren a Vaca Muerta, agua y saneamiento, educativos) financiables por esa vía. El 18 de diciembre pasado, el gobierno nacional reconoció que eso no ocurrirá. La suba del riesgo país enterró la viabilidad de esas iniciativas. Lo único que permanece en pie son las obras viales ya licitadas (2.556 kilómetros de rutas), aunque esas inversiones también corren peligro por el alza del costo del financiamiento. El ingeniero no tiene quien le construya.

[email protected]

@diegorubinzal