“Creo de que es hora de matar a Perón y que surja otra cosa dentro de ese espacio”, dice Casella, provocando pero seriamente. Y desarrolla: “Por supuesto que me gustan muchas cosas de Perón. Fui peronista y no reniego. Pero hay que pensar nuevos líderes. Es alarmante la falta de liderazgo y de carisma en la política argentina. Que Esteban Bullrich haya hecho la elección que hizo en La Matanza habla de una deficiencia muy grande de sus competidores. Hay mucho cagazo a lo que dicen los focus groups en la política argentina, a cómo rebotas en los portales o en las redes. Hace falta alguien que venga y arme un quilombo bárbaro, que le chupe un huevo las encuestas, que diga cosas sin pensar tanto. Un (Alfredo) Olmedo pero no tan bruto ni tan facho. En el mundo hay algunas manifestaciones jóvenes piolas. Hoy, un dirigente del peronismo o del progresismo, viendo el conservadurismo en el que se está parando la sociedad, que incluso excede la penuria económica, ¿dónde se para? Hace la gran Pichetto y sale a pegarle a los extranjeros porque las encuestas dicen que es un dicurso que cala hondo en la sociedad, o es fiel a lo que piensa y se guarda esperando 10 años hasta que la cosa se acomode. En la política hay que saber leer el clima social. Hay que conceder un poco sin renegar de tus principios básicos. Me parece que esto le cuesta a Cristina. El pragmatismo no es necesariamente malo. No me parecen malas palabras ni populismo ni pragmatismo. Hay que hacer feliz a la gente”.