Las denuncias por actos inapropiados, acoso, hostigamiento, actitudes misóginas o violencia de género por parte de profesores u otros integrantes de los planteles educativos ya no pasan desapercibidos ni pueden ocultarse. El año pasado, un grupo de egresadas del Colegio Nacional de Buenos Aires denunció, en el acto de graduación de la promoción 2016, situaciones de acoso y violencia machista por parte de docentes y preceptores. Además, acusaron a la institución de ser cómplice y avalar estos comportamientos. En la denuncia, enumeraron distintas situaciones de acoso y abusos vividos en sus años como estudiantes: un regente que hace comentarios sobre el largo de las polleras y toca y besa a las chicas; un preceptor que evalúa “cuál es el mejor culo del año” y comenta “cómo se garcharía” a una compañera; un docente que elige entre las estudiantes a sus “secretarias” y pide fotos por mail, entre otras situaciones que terminaron con el traslado a otra dependencia de la UBA de los denunciados.

También el año pasado, se reactivó la causa que llevaba un año estancada contra el docente Leonardo Bugliani, quien dictaba clases de teatro en el Centro Cultural de Económicas y al que siete alumnas denunciaron por los abusos. Bugliani,según la acusación, habría captado a las chicas a través de un espacio llamado Ágora Teatral que funcionaba en ese Centro, para luego llevarlas a su casa, donde habría cometido los abusos. Algunas eran menores de edad al momento de comenzar el taller.

Otro caso que generó repudio fue el de Eduardo Hassan, profesor de Anatomía de la carrera de Odontología en la Universidad Nacional de Tucumán (UNT) denunciado por violencia de género después de decir en una clase que las mujeres tienen cuatro neuronas, “una para cada hornalla”.