El capo narco mexicano Joaquín “Chapo” Guzmán fue declarado culpable ayer de los diez cargos contra él como responsable del cartel de Sinaloa, en un tribunal federal de Brooklyn, Nueva York. Después de seis días de deliberación el jurado de 12 personas determinó que el acusado es culpable, entre otros cargos, por tráfico de estupefacientes y lavado de dinero, lo que implica una sentencia de cadena perpetua. Sin embargo su sentencia formal será dictada el próximo 25 de junio por el juez de la corte federal, Brian Cogan. Por su parte, los abogados del Chapo afirmaron que apelarán la sentencia. 

Luego de tres meses de juicio, decenas de testigos, miles de documentos y exhibiciones, el jurado declaró al acusado culpable por los delitos de tráfico de cocaína, heroína, metanfetaminas y marihuana a Estados Unidos, así como de uso de armas de fuego y lavado de dinero. El juez Cogan agradeció por su parte al jurado, elogió su atención y deliberación y les dijo que se sintió “orgulloso de ser estadounidense”. 

La sentencia del tribunal fue leída por Cogan luego de advertir a los asistentes en la sala que no podían expresar reacción alguna a la lectura del veredicto. Al escuchar el veredicto, el ex jefe del cartel de Sinaloa, vestido de traje miró a su esposa Emma Coronel, madre de sus mellizas de siete años, le sonrió y se puso una mano en el corazón. Coronel, en tanto, 30 años menor que él, le tiró un beso antes de que la policía lo retirara de la sala. 

En los próximos días el Chapo probablemente será trasladado a una cárcel de Colorado, ADX Florence, conocida como la “Alcatraz de las Montañas Rocosas” y considerada la prisión más segura de Estados Unidos. 

Su condena es un triunfo para el gobierno estadounidense que nunca consiguió extraditar y juzgar a Pablo Escobar, el exjefe del cártel de Medellín, que murió en una operación policial en 1993. Sin embargo, pese a la captura y condena del Chapo, el cartel de Sinaloa sigue en pie. Su coacusado Ismael “Mayo” Zambada continúa prófugo y la violencia del narcotráfico continúa en ascenso en México, que cerró el año pasado con un récord de 33.341 homicidios. En Estados Unidos, donde el consumo de opiáceos se convirtió en una epidemia, las muertes por sobredosis de drogas siguen subiendo y en 2017 alcanzaron un promedio de 197 al día.

El juicio se realizó bajo estrictas medidas de seguridad, entre ellas la de ser el único proceso judicial que se celebraba en el octavo piso del tribunal, además de un contingente de agentes de seguridad y miembros de la unidad canina dentro y fuera de la corte. Medidas similares rodearon al jurado del tribunal de Brooklyn. Los juristas no podían divulgar sus nombres ni su lugar de residencia y fueron escoltados diariamente desde su casa a la corte por policías federales.  

Antes de su veredicto, el jurado escuchó 56 testimonios, de los cuales 14 fueron colaboradores del gobierno estadounidense, entre ellos Ramírez Abadía. Un acusado que tiene su rostro desfigurado producto de varias cirugías plásticas para evitar ser reconocido por las autoridades. Los testigos, encarcelados en Estados Unidos a la espera de una reducción de sentencia por su colaboración, eran en su mayoría socios del Guzmán, como por ejemplo el colombiano alias “Chupeta”, o empleados muy cercanos como Dámaso Alonso, Jesús “el Rey” Zambada y su sobrino Vicentillo Zambada. Las declaraciones de los colaboradores fueron revisadas por el jurado durante los primeros cuatro días de deliberaciones. El jurado escuchó además conversaciones del Chapo con sus socios grabadas por ellos a escondidas y otras interceptadas por el gobierno. En los relatos, los testigos contaban cómo Guzmán compraba toneladas de cocaína en Colombia a 3.000 dólares el kilo y luego las revendía por 35.000 el kilo. Los estupefacientes eran transportados hasta México en submarinos semisumergibles, aviones y barcos pesqueros. A veces hacían escala en Ecuador, Guatemala, Belize, República Dominicana u Honduras. Finalmente llegaban a EE.UU por túneles o en compartimentos secretos de autos.