Mauricio Macri se autocalificó con un ocho en su primer año de gestión. Dos años más tarde, el Presidente modificó su respuesta en una entrevista concedida a un medio  neuquino. “Después de todo lo que vivimos estos años he decidido no hacer calificaciones, sólo trabajar incansablemente para que cada argentino tenga otra oportunidad”, aseveró. 

Lo cierto es que el macrismo resultó aplazado en materia económica, según coinciden especialistas de variado origen ideológico. La economía argentina tuvo uno de los peores desempeños regionales en 2018. El Fondo Monetario Internacional proyectó una caída del 2,6 por ciento. Para el período enero—noviembre (último dato publicado), el Estimador Mensual de Actividad Económica del Indec muestra un retroceso del 2,2 por ciento. La información de noviembre revela una profundización de la caída en la actividad industrial (-13,3 por ciento interanual) y la construcción (-15,9 por ciento). Es el declive productivo más acentuado desde 2002 o 2009 (según el recálculo realizado por el Indec—Todesca), aunque esos dos años no sean comparables. El “viento de frente” de 2009 fue mucho peor que el “pasaron cosas 2018”. 

La economista Eugenia Aruguete explica que “mientras en 2009 la economía mundial cayó 3,4 por ciento interanual, en 2018 creció 2,4 por ciento. Socios de Argentina crecieron el año pasado: USA (2,9 por ciento), Euro (2,0 por ciento), China (6,6 por ciento), Brasil (1,4 por ciento). No es lo mismo un esguince cuando se te cae un camión arriba que cuando salís a patinar por la vereda”. El gobernador de San Luis, Alberto Rodríguez Saa, acuñó la consigna “Hay 2019” cuando cundía la desesperanza en el espacio opositor. El desbarranco económico abrió un escenario muy distinto. En la actualidad, la reelección de Macri está lejos de estar asegurada.

¿El oficialismo podrá reeditar otro 2017 para apuntalar sus chances electorales? El rebote económico de ese año no tuvo secretos. La política de ajuste fue puesta en “modo pausa” y la actividad se comenzó a mover por el lado de la demanda (relanzamiento de la obra pública, tenue recomposición salarial, crecimiento del crédito, postergación de aumentos tarifarios). Esa estrategia no es posible en el marco del torniquete monetario y fiscal exigido por el FMI. 

Una de las herramientas utilizadas en 2017 para impulsar el consumo fueron los “Créditos Anses” (reconversión de la Tarjeta Argenta “kirchnerista”). La Anses otorgó millones de préstamos bajo esa modalidad. 

El elevado nivel de endeudamiento de los hogares pone un límite a la reedición de ese escenario. El deterioro de los haberes complica las finanzas hogareñas. El porcentaje de actualización anual de jubilaciones y prestaciones sociales (28,80 por ciento) fue muy inferior al costo financiero total de los préstamos (alrededor del 50 por ciento). 

El creciente endeudamiento privado no es un fenómeno exclusivo de los sectores más humildes. Los saldos financiados con tarjeta de crédito también registran una tendencia ascendente. La cancelación del importe mínimo es una conducta extendida entre los usuarios, a pesar del elevado costo financiero. A su vez, las concesionarias de autos están preocupadas por el crecimiento de la mora en el pago de los planes de ahorro. El panorama en el corto/mediano plazo es preocupante.

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