Desde hace muchos años venís expresando tu gusto por las corridas de toros, y hoy estás trabajando en un libro sobre tauromaquia. ¿Qué es lo que te atrae de esa experiencia? 

–Tauromaquia y cine, tauromaquia y literatura, tauromaquia y poesía, tauromaquia y técnica. Es un mundo complejo y profundo, donde a veces se presenta el duende inexplicable que define Lorca en la conferencia de Buenos Aires. Para hablar de toros hay que aprender a ver primero y sentir. O leer a Corrochano, Bergamín y Chávez Nogales. De otra manera es como hablar de arte abstracto con un niño de muy corta edad. No es personal. Pero los sordos hablan en otro idioma, con señas. No tengo palabras: O sabes o no sabes hablar.

–¿Cómo ves las fuertes reacciones de los últimos años en defensa de los animales, que están cerca de prohibir las corridas de toros en España?   

–Eso es una construcción burguesa. No existen las vacas adultas pero existen las parrillas libres. Mientras tanto la tauromaquia es el último refugio de lo auténtico, es algo que sublima la existencia del animal y del hombre humano, y las mujeres. Al mundo le importa “comer o no comer”. Prohibir las corridas de toros es la última traición al arte y la cultura.  Querer igualar lo distinto es un crimen imperdonable. Es la peor expresión de la política social demócrata.