El arquitecto y asesor en planeamiento urbano del Bloque Peronista Alejandro Mareque explicó detalles del otro mecanismo que se utilizó durante estos años de macrismo para beneficiar la especulación inmobiliaria: el pedido de normativa especial en la Legislatura. O el proceso de colar un desarrollo inmobiliario dentro de otra ley, como ocurrió con el Paseo del Bajo, que aprobó la construcción del viaducto y, al mismo tiempo, habilitó a construir dos torres.

“Lo mismo pasó con la ley de urbanización de la Villa 31 de Retiro. Dejaron un sector con una zonificación que tiene hasta 36 metros de altura  y usos de micro y macro centro, que habilita a construir hasta 14 pisos de altura, mientras que la Villa tiene un máximo de cinco o seis pisos”, explicó Mareque.

“La Dgiur tiene entre sus capacidades torcer el camino por medio de las interpretaciones. El edificio Astor se hizo de ese modo, como tantos otros, pero el mecanismo actual para los grandes emprendimientos es pasar todo por la Legislatura. Es parte del negocio con las tierras fiscales en las que Nación le pide a Ciudad que fije las normas, en muchos casos sin traspasarle las tierras para no tener que ceder el 65 por ciento de ellas, que tendrían que ser destinadas a espacio público. Y sólo el 35 por ciento para desarrollos inmobiliarios. Son tierras en las que el Estado, en vez de generar una producción social, las zonifica y las vende con para negocios privados. Sólo la traspasan si se produce mucho escándalo”.

El arquitecto y especialista en movilidad sostenible Manuel Ludueña advirtió que la venta de tierra estatal “con normas de excepción del tipo de actividades y las capacidades constructivas a medida de los promotores facilita el ingreso de capitales con bajo riesgo y a una alta tasa de rentabilidad por transferencia de capital social a empresas de mercados inmobiliarios y de servicios internacionales”. 

Además, el especialista señaló que la inversión estatal apunta a consolidar la ampliación del Área Central. “Por el aumento del área con usos metropolitanos y de máxima diversidad, que son los de mayor precio inmobiliario”, y a través de un ciclo de “extractivismo financiero, gentrificación residencial y laboral”, se terminará configurando una ciudad cada vez más expulsiva y desigual que, además, profundizará la brecha entre CABA y el GBA.