El “Green Book” fue una guía publicada en Estados Unidos entre 1936 y 1966 que, en esos tiempos de feroz racismo, ayudaba a los afroamericanos a encontrar en sus viajes hoteles, restaurantes, salones de fiesta y cualquier otro servicio que les pudiera servir en las rutas norteamericanas. Cubría casi todo el país y también las Bermudas y el Caribe, ya que en aquellos años en que la segregación era moneda corriente cualquier negro que saliera a la ruta por aquel territorio podía poner en serio peligro su vida si se topaba con una persona racista. Green Book: una amistad sin fronteras es la nueva película de Peter Farrelly, con las brillantes actuaciones de Viggo Mortensen y Mahershala Ali. Se estrenó en la Argentina el jueves pasado y toma el nombre de aquella guía porque transcurre en el período de efervescencia racista. 

  Basada en la historia real de la relación entre el prestigioso pianista Don Shirley (culto y de muy buena posición económica, interpretado por Mahershala Ali) y su chofer italoamericano Tony “Lip” Vallelonga (Viggo Mortensen), la película es una road movie que comienza cuando el músico contrata al pesado del Bronx para una gira que los llevará por la zona sur de Estados Unidos, donde el racismo está a la orden del día. Al comienzo de todo, Tony “Lip” Vallelonga es un hombre bruto, prejuicioso y racista pero con el correr de la relación de amistad que ambos establecen irá limando sus propias asperezas ideológicas y sus prejuicios se irán esfumando como el humo de un cigarrillo. Más que un alegato profundo contra la discriminación (aunque éste sea el motivo de la historia ficcional), Green Book es una comedia –diferente a las más escatológicas de Farrelly, como Loco por Mary) que se sostiene en la transformación del personaje de Mortensen: de un tipo que parece despreciable al principio, el espectador se encontrará con un hombre que termina resultando querible, aun en su rudeza. 

“Me fascinó la historia del viaje por el sur de los EE.UU. del gran artista Don Shirley y su chofer y guardaespaldas Tony Vallelonga”, admite Mortensen en la entrevista con PáginaI12 por mail sobre los motivos que lo llevaron a aceptar el protagónico. El actor reconoce que a la hora de evaluar una oferta de trabajo siempre presta atención “al guión antes de pensar en el personaje, en el director, o en los otros actores que van a participar”. Y también señala: “El guión para Green Book es un ejemplo de la buena construcción dramática, de una casi perfecta combinación de lo cómico y lo profundo, un cuento que divierte, conmueve y enseña sin ser proselitista. Lo que ha logrado Farrelly es que ha hecho que este guión esté a la altura del mejor cine de Frank Capra, Billy Wilder, Preston Sturges o Luis García Berlanga”.

Green Book comenzó su gran camino al éxito en el Festival de Toronto del año pasado, ganó hace unas semanas tres Globos de Oro (Mejor Comedia, Mejor Actor de Reparto para Mahershala Ali, y Mejor Guión) y tiene cinco nominaciones a los Oscar que se entregarán el próximo domingo. En el caso del precio más codiciado de la industria, las nominaciones para el film son en rubros importantes: Mejor Película (aunque difícil que le pueda ganar a la favorita, Roma, del mexicano Alfonso Cuarón), Actor protagónico (Mortensen), Actor de reparto (Mahershala Ali), Guión original y Edición. Al margen de las candidaturas quedó su director, Peter Farrelly. “Creo que Green Book puede ganar en la categoría de Mejor Película. Otra que se perfila como favorita en esa categoría es Roma, en la que Netflix ha invertido una cantidad descomunal de plata en su promoción, una cantidad lejos del alcance económico de todas las otras productoras norteamericanas. Mahershala Ali también puede ganar el Oscar para su trabajo en Green Book”, analiza Mortensen. 

A su vez, se trata de la tercera nominación al Oscar para el actor fanático de San Lorenzo. Las otras dos fueron por Capitán fantástico, de Matt Ross, y por Promesas del Este, del director que más lo tuvo en cuenta: David Cronenberg. A Mortensen la suerte le fue esquiva en los Premios de la Academia de Hollywood hasta ahora, a pesar de haber consolidado una extensa carrera artística, en la cual le dio vida a diversos personajes: desde el granjero amish de Testigo en peligro (1985), la película de Peter Weir que marcó el inicio de su carrera actoral y en la que Mortensen compartía escena junto a Harrison Ford; pasando por su inolvidable Aragorn en El Señor de los Anillos(2001-2003), la trilogía dirigida por Peter Jackson, basada en los libros de J.R.R. Tolkien (que marcaría un antes y un después en su carrera por el excelente recibimiento tanto del público como de la crítica). También hay que mencionar Océano de Fuego (2004), filmada en el desierto de Marruecos, y basada en la historia real del jinete Frank T. Hopkins, y La carretera (2009), en la que un padre y su hijo viajan hacia la costa para buscar un lugar seguro para vivir en un mundo apocalíptico. Párrafo aparte merecen sus participaciones con Cronenberg: Una historia violenta (2005), Promesas del Este (2007), y Un método peligroso (2011). En Green Book se lo escucha hablar en italiano en determinado momento y vale recordar que ya filmó películas en las que habló en francés, español, danés, ruso, ucraniano y hasta élfico. Además, participó en dos ficciones argentinas: Todos tenemos un plan (2012), de Ana Piterbarg, y Jauja (2014), de Lisandro Alonso.

  Ahora es el turno de presentar su gran actuación en Green Book. En ese sentido, Mortensen explica que no conocía la historia real de Don Shirley y Tony “Lip” antes de participar en la película. “Había escuchado algunos temas musicales de Don Shirley, como su versión de ‘Water Boy’, pero no conocía su historia personal y no había oído de la gira que hizo con Tony ‘Lip’. De Tony no sabía nada, pero lo había visto en Los Soprano, en The Pope of Greenwich Village y en alguna otra película.”

Mortensen engordó veinte kilos para encarnar a Tony “Lip”.

–¿Ante todo, Green Book es una película sobre la amistad?

–Sí. La amistad como fruto del respeto mutuo que traen la buena observación y el buen escuchar durante el tiempo compartido.

–¿Es también una película que colabora en la defensa de la lucha contra el racismo?

–Todas las películas, hasta cierto punto, por muy malas o torpes que puedan ser artísticamente, llaman la atención sobre cuestiones de la política y la sociedad. Es inevitable. Una película como Green Book lo hace eficazmente porque se basa en un guión inteligente y se ha construido con arte y verdadera compasión. Al final, solamente es una película, sólo es un pasito hacia el entendimiento, un granito de arena en la lucha contra la ignorancia socio-histórica, pero algo que se destaca en Green Book es que no está hecha, como muchas otras que abordan el tema del racismo, básicamente para un público limitado, ya convencido de la seriedad del problema. No es la única película de esta temporada que ayuda a entender el tema de la discriminación en los EE.UU., el lado oscuro de su historia en el siglo XX, pero creo que es la que mejor consigue darnos una perspectiva esperanzadora. Está hecha para todos, y une.

–¿Cómo fue el trabajo con Peter Farrelly? ¿Qué te pedía para el personaje?

–Farrelly es un director tan inteligente como humilde. El primer día de la filmación juntó a todo el equipo y nos dijo: “No lo sé todo; una buena idea puede venir de cualquier parte, de cualquier persona. No sean tímidos, por favor cuéntenme si ven algo que podemos mejorar. Siempre los voy a escuchar, y esta película la vamos a hacer juntos.” Peter cumplió con esa promesa todos los días del rodaje. Nos guió con astucia y arte, nos apoyó a todos, nos inspiró y nos dio confianza. Con Green Book Farrelly nos ha mostrado que tiene un excelente sentido del ritmo y de la música del cuento; es una película que fluye de manera ideal, aprovechando, gracias a la actitud colaboradora de su director, las aportaciones de todos los que participamos en su creación. 

–Al principio, la película muestra que los dos personajes no tienen nada en común. ¿Comparten más de lo que se muestra?

–Lo que hace falta es tiempo y experiencia juntos. Eso le sirve a cualquier relación. La experiencia es la mejor arma contra la ignorancia, la manera más eficaz de superar las limitaciones de las primeras impresiones. Si dos tipos tan distintos como Don Shirley y Tony Vallelonga pueden llegar a sentir respeto y compasión por el otro, todos podemos hacerlo.

–¿Este fue el papel más divertido que te tocó?

–Es el personaje más gracioso y, a la vez, probablemente el más arriesgado, por ser tan diferente a mí. Me encantó el trabajo de construir el personaje y de colaborar con Peter Farrelly y con los actores, sobre todo con Mahershala Ali y Linda Cardellini.

–¿Cómo viviste el cambio físico (se dice que engordaste 20 kilos) para el personaje?

–Esa parte de la construcción fue la más fácil. Cualquier persona puede morfar demasiado. No me movía tan rápido con esos kilos demás, eso sí, y tenía que conservar mi energía para ciertos momentos puntuales, pero no fue difícil engordar. Tardé un poco más en acoplarme al lenguaje gestual y la forma de hablar del personaje. Ahí me ayudó mucho la familia Vallelonga, los parientes del verdadero Tony “Lip”. Me hablaron durante muchas horas y fueron muy generosos con sus recuerdos, con las fotos, las grabaciones, incluso con algunos objetos que pertenecieron a Tony. La cadenita de oro con la medalla religiosa italiana que llevo en la película, por ejemplo, era suya. Me la prestaron. La idea siempre es, al construir y encarnar un personaje, evitar la caricatura. Lo que uno quiere hacer es entender el punto de vista del personaje lo mejor posible para poder ayudarles a los compañeros de reparto –y, al final, a los espectadores– a creer que se trata de una persona completa y profunda, con todas sus contradicciones. 

–¿La música es una forma de resistencia que puede servir para cambiar la mentalidad de la gente?

–El arte en general lo es, sí. El arte es la destilación de la comunicación. La comunicación eficaz siempre supera la ignorancia y la xenofobia.  

–¿Es posible erradicar el racismo y la xenofobia de una sociedad o esto es una utopía?

–Creo que la discriminación, que es fruto del odio que surge del miedo y la ignorancia, siempre acompañará al ser humano. Los términos y los gestos discriminatorios evolucionan y cada nueva generación tiene que aprender a superar las limitaciones de sus experiencias de vida, de su educación moral. La ignorancia se supera con la experiencia directa. Es mucho más fácil no arriesgarse, no hacer el esfuerzo necesario para entender el punto de vista del otro, y la gente muchas veces es vaga. Sin embargo, los beneficios que trae un mínimo esfuerzo de entender a los demás, de ponerte en el lugar de la gente que te pueda parecer extraña, con la que no pensás al principio tener nada en común, son considerables.

–¿El racismo que había hacia los negros en Estados Unidos se está trasladando a los latinoamericanos?

–Siempre ha existido, no es nada nuevo. En principio, la ignorancia de la gente del sur del país a comienzos de la década de los 60 –y también hoy hasta cierto punto– con respecto a personas afroamericanas es muy parecida a la de mucha gente en los EE.UU. ahora mismo hacia los inmigrantes latinoamericanos, hacia los que buscan una vida mejor al norte de la frontera con México. No los conocen y se dejan convencer por políticos xenófobos de que esta gente pobre y desesperada es generalmente mala, tramposa, despreciable y criminal. La única forma de luchar contra la ignorancia es la experiencia compartida, escuchando y observando con la mente lo más abierta posible.

–Respecto de los premios, ¿crees que, a veces, cambian la opinión de la gente sobre una película?

–Puede ser, para algunas personas. A mí no me pasa eso. Yo sé, por ejemplo, que Green Book es una película excepcional, destinada a ser un nuevo clásico del cine norteamericano. Nuestra película no necesita ni nominaciones ni premios para convencerme de su calidad. Los premios son un lindo caramelo, un grato reconocimiento, pero no mejoran ni empeoran el trabajo hecho.

–La película fue blanco de varios cuestionamientos. ¿Tiene que ver con una campaña de desprestigio por la carrera por los Oscar?

–De parte de ciertas personas y ciertos intereses económicos en la industria del cine, sí. Definitivamente. Lo hemos comprobado, y es penoso. Como no puedo frenar la manipulación mediática, intento mirar el lado positivo: algunos le tienen miedo al éxito popular de Green Book, pero no han podido borrar el entusiasmo del público por nuestra película. ¡Aguanten Don Shirley y Tony Lip, aguante Green Book!