La gestión de un aeropuerto es una tarea muy exigente que obliga a emplear numerosos recursos tanto humanos, como tecnológicos. A menudo, escudándose en la seguridad, los aeropuertos ocultan tácticas de control que los viajeros desconocen. Por otro lado, el personal de seguridad no es infalible y comete errores, tanto fortuitos, como deliberados.  

Cuando un viajero llega a un aeropuerto, desea que todo vaya como una seda y subir al avión sin mayores incidencias. Sin embargo, nunca está de más conocer esos secretos que los aeropuertos prefieren que no sepamos. En esta lista te presentamos algunos de los más curiosos. 

 

1. Códigos de barras que alertan de la peligrosidad del viajero 

Cuando facturamos nuestro equipaje, la aerolínea coloca un código de barras que tiene como objetivo la identificación automatizada para facilitar la gestión del mismo. Sin ellos, el extravío de equipaje sería (todavía) más común. No obstante, algunos aeropuertos colocan etiquetas extra tanto en nuestras maletas como en nuestro pasaporte, cuyo significado, a veces, desconocemos.

Estos códigos de barras alternativos, en ocasiones, ocultan información de seguridad sobre el viajero. Si el personal de control de seguridad considera que un viajero es potencialmente peligroso, pueden colocar un código especial en su maleta o en sus pertenencias para facilitar su seguimiento.  

 

2. Reconocimiento facial para hacer seguimiento al viajero 

Cada vez son más los aeropuertos, sobre todo en Estados Unidos, que integran escáneres de reconocimiento facial. Estos sistemas podrían ser el futuro a la hora de embarcar. Se supone que la imagen que toma el escáner sirve para comparar con la que tenemos en nuestro pasaporte. Es, por tanto, una forma de agilizar el embarque y el control en inmigración, pero también sirve para detectar pasaportes falsos.  

Pero las posibilidades de control mediante escáner facial son inmensas: esas imágenes podrían pasar a un software especial de seguridad para detectar delitos o para hacer un seguimiento del viajero a lo largo de su estancia en el país.  

 

3. El personal de control del aeropuerto podría robarte 

Cuando entrás en un aeropuerto, lo último que pensás es en desconfiar del personal de seguridad. Pero ellos también podrían robarte. Según la cadena norteamericana ABC, entre 2003 y 2012, 381 miembros de la TSA (administración de seguridad en el transporte de Estados Unidos) fueron despedidos por robar a los viajeros. Existe el caso de un agente con 800.000 dólares en hurtos durante los 4 años que trabajó en Newark. Y entonces nos preguntamos: ¿quién se encarga de controlar a los encargados del control en un aeropuerto? 

 

4. En los Duty Free lo barato puede salir caro

¿Realmente necesitamos todas esas cosas que compramos en las tiendas de los aeropuertos mientras esperamos pacientemente a embarcar? Los comerciantes lo conocen como “the golden hour” (la hora mágica): se trata del instante en el que el viajero se muestra más predispuesto a sacar su billetera y dilapidar su dinero. Son los viajeros de vacaciones los que se suelen sentir más entusiastas y compran productos sin valorar demasiado su coste. Pero no, en los Duty Free no es oro todo lo que reluce.  

 

5. Tus maletas no son tratadas con mucho cariño

¿Te ha tocado alguna inspección de seguridad de equipaje facturado? Cuando recibís tu maleta, notás que algo no está como lo dejaste. La abrís y descubrís un aviso del departamento de seguridad. Si a la hora de pasar el escáner, detectan algo sospechoso, abrirán tu maleta para buscarlo: y no serán precisamente cuidadosos.  

Así mismo, mejor no asistir a la manipulación de maletas en los sistemas automatizados de tratamiento de equipaje. Los trabajadores del aeropuerto no tendrán en cuenta que llevás un jarrón de la dinastía Ming y si tienen que lanzar tu maleta a la cinta o la bodega del avión, lo harán sin miramientos.  

 

6. Tu equipaje perdido, a subasta 

A todos los viajeros nos toca tarde o temprano perder una maleta. Por suerte, la mayoría de las veces la recibimos de vuelta pasadas unas horas. Pero, ¿qué sucede con esas maletas que se van al limbo?

En Estados Unidos, por ejemplo, donde son muy aficionados a las subastas, organizan este tipo de eventos cada cierto tiempo con el equipaje extraviado o no recogido por sus dueños. Los asistentes a las pujas pagan un dinero fijo por entrar a la subasta. En ocasiones, se llega a pujar por maletas cerradas, desconociendo lo que hay dentro. Ahora ya lo sabés, tu jarrón Ming perdido decora la casa de un especialista en subastas. 

 

7. La conversación con un agente de inmigración nunca es casual 

“¿Y qué va hacer en Bakersfield, si allí no hay nada?” Cuando un agente de inmigración tiene ganas de charlar amistosamente, no trata de hacerse amigo tuyo, sino que utiliza estrategias de comunicación para tratar de saber más sobre tus intenciones en el país de llegada. Busca que te relajes, para comprobar si cometes errores o si te contradices: “pero antes me dijiste que tenías un amigo en Bakersfield, ¿lo tienes o no lo tienes?” Nunca te fíes de un agente de seguridad, él tampoco se fía de ti. 

 

8. A la mínima sospecha, “al cuartito” 

Si el agente de inmigración detecta cualquier anomalía, o tiene una sospecha, pasarás al denominado “cuartito”: y a rezar para que el trámite no sea demasiado lento. Existen numerosos casos de viajeros retenidos para un interrogatorio porque su nombre se parecía al de un delincuente. Y ponete a explicar que no tenés nada que ver con el Chapo aunque te llames Joaquín Guzmán. Si has llegado al cuartito, te toca esperar: tendrás una jugosa anécdota que contar cuando salgas… si salís.  

 

De Público.es