El juez federal de Dolores, Alejo Ramos Padilla, procesó ayer al falso abogado Marcelo D’Alessio como integrante de una asociación ilícita “dedicada a realizar operaciones de inteligencia y acciones psicológicas sobre varias personas que luego eran extorsionadas o coaccionadas, se las hacía entrar en pánico para que finalmente declararan de un determinado modo, se transformaran en arrepentidos o entregaran dinero”. El magistrado demuestra en las 220 páginas de su resolución el vínculo estrecho entre el fiscal Carlos Stornelli y D’Alessio a través de numerosos mensajes y audios, una reunión de cuatro horas en Pinamar y escritos de puño y letra en cuadernos secuestrados en los allanamientos. Ese concubinato permitió las operaciones, algunas de las cuales estaban en conocimiento de Stornelli, según consiguió probar. El juez le pidió a la Procuración que investigue al fiscal y que, si lo consideraba, le iniciara el jury correspondiente. En esta primera resolución se describen los mecanismos para extorsionar al empresario Pedro Etchebest, realizar una cámara oculta al abogado José Manuel Ubeira, utilizar al arrepentido Leonardo Fariña y coaccionar a un ex funcionario de Pdvsa para que declare como arrepentido. 

Promiscuidad

El magistrado sostiene que lo fundamental de su investigación no pasa por si Stornelli iba a cobrar parte de los 300.000 dólares que le pidieron a Etchebest para mejorarle una falsa situación complicada en la causa de las fotocopias de los cuadernos. Lo trascendente, para Ramos Padilla, es que armaron operaciones de inteligencia, en las que aparece el fiscal, que le posibilitaron a D’Alessio pedir plata, pero que en otros casos significaron “ablandes”, “carpetazos”, “ardides con cámaras ocultas”. 

En suma, lo que exhiben las 220 páginas de la resolución de ayer es una organización dedicada a manipular personas y causas judiciales: hacen declarar a un ciudadano coaccionándolo. El juez afirma que esas declaraciones pueden ser verdaderas o falsas, pero en todo caso fueron sacadas con coacción. “En este contexto –señala Ramos Padilla–, no importa ya si es verdad o no lo que el testigo, denunciante o imputado/arrepentido diga. Lo que importa desde la óptica de aquellos que trabajan con estos servicios es que el relato se adecúe a lo que pretenden quienes participan –con o sin conocimiento- de estas operaciones”.

Extorsión

El juez dejó en claro que D’Alessio extorsionó al empresario Etchebest y que para eso usó su vínculo con Stornelli. A lo largo de casi 50 páginas detalló que sólo la existencia de la reunión en Pinamar, las idas y vueltas de Whats App entre el fiscal y el falso abogado, fueron los que permitieron a éste último pedirle los 300.000 dólares a Etchebest y llegar a cobrarle 14.700. El mecanismo utilizado es el que adelantó PáginaI12 el domingo: el armado de legajos de inteligencia en los que se estudiaban los bienes de cada víctima, sus familias, sus puntos débiles. 

Respecto de la extorsión a Etchebest, el escrito del juez confirma elementos de importancia y aporta algunos nuevos:

  • Se ratifica que los mensajes entre Stornelli y D’Alessio son reales. Importa un whatsapp en el que D’Alessio le escribió al fiscal “yo me ocupo personalmente de Pedro”. Pedro es Etchebest. Y el whatsapp es real y quedó probado. 
  • En el allanamiento a la lujosa vivienda de D’Alessio se encontró una carpeta en inglés con el título de “Government Watch List Notice”, es decir informe gubernamental de observación, en el que hay datos personales, familiares y económicos de Etchebest y sus hijos. En un mensaje, D’Alessio dice que ese informe lo consiguió Stornelli. 

El juez dice que tal vez se quiso investigar realmente ilícitos de Etchebest o se pretendió de entrada sacarle dinero. Pero eso no es lo trascendente: lo fundamental es la promiscuidad entre servicios de inteligencia y el aparato judicial, con un falso abogado de por medio. 

En la resolución también se dedican varias páginas a probar y evaluar la reunión de Pinamar. Hay una prueba devastadora para el fiscal. En los audios, D’Alessio relató que durante gran parte del tiempo estuvo hablando con el fiscal sobre los problemas de Flybondi. Eso aparece reflejado con un dibujo en un cuaderno que se le encontró a D’Alessio en su casa. Pero en la misma hoja queda en claro que hablaron de hacerle una cámara oculta al abogado José Manuel Ubeira. Incluso se menciona a otro letrado, que también interviene en la causa de las fotocopias de los cuadernos, Maximiliano Rusconi. También hay un número escrito a mano: 300. Según D’Alessio, ese número fue escrito por Stornelli e indicaba lo que había que cobrarle a Etchebest. El juez afirma que mandará a periciar caligráficamente ese número para ver si fue escrito por Stornelli, pero a primera vista afirma que quien escribió el número fue el propio D’Alessio y que mintió. Lo que sucede es que Ramos Padilla considera que ese no es el tema clave: lo decisivo es que la promiscuidad Stornelli–D’Alessio, con información provista por servicios de inteligencia, es lo que le permitió a D’Alessio pedir los 300.000 dólares. 

Cámaras

No sólo de la hoja escrita en el cuaderno usado en Pinamar –se ve el cuaderno en las cámaras del balneario CR– sale que Stornelli le pide a D’Alessio que le haga una cámara oculta a Ubeira, sino que el tema surge también a partir de un mensaje de Stornelli a D’Alessio. Ese mensaje fue certificado en el peritaje realizado por la Prefectura. 

En concreto, lo que pretendía el fiscal era filmar a Ubeira en un diálogo con el arrepentido Leonardo Fariña y el abogado Rodrigo González en alguna propuesta irregular. D’Alessio se comprometió a hacer lo que le pidió Stornelli. La cámara oculta nunca se concretó porque estallo el escándalo, pero en la página donde D’Alessio anotó lo que hablaron en el balneario CR, y que se condice con los audios posteriores, dice “abogado, Thomas, Yacyretá, Elaskar, Báez, Leo, Rodrigo, abogado, ardid”. Todo eso está escrito de puño y letra por D’Alessio y está probado que lo escribió mientras hablaba con Stornelli en CR. Lo que aparece en el cuaderno tiene una articulación: José Manuel Ubeira es el abogado de Oscar Thomas, ex titular de Yacyretá, y de Federico Elaskar, el financista imputado en la causa por lavado de dinero en la que Lázaro Báez es el principal acusado y Fariña el principal arrepentido. Rodrigo, es Rodrigo González, a quien van a presionar para que haga la cámara oculta, que viene a ser el ardid. 

No sólo la hoja del cuaderno es auténtica sino también los mensajes. En su declaración indagatoria, D’Alessio sostuvo que los cruces de whatsapp entre él y el fiscal eran falsos y que fueron armados por Etchebest. La pericia demostró que los whatsapp son auténticos y que entraron y salieron del celular de Stornelli. 

–Dame una mano –escribe el fiscal

–Obvio, yo al abogado ese lo empomo. Llego y lo hago –contesta D’Alessio.

Marcelo D’Allesio durante el allanamiento a su casa del country Saint Thomas días atrás.

Arrepentidos

En los mensajes y en los audios también aparece algún intento de utilizar a Leonardo Fariña para que realice declaraciones que necesitan en alguna causa. Fariña se presentó espontáneamente en Dolores y contó que D’Alessio le ofreció compartir la extorsión a Etchebest. La denuncia fue presentada en un juzgado.

Luego aparecen varios audios en los que, también mediante un plan extorsivo, vislumbran la posibilidad de incluir a Mariano Martínez Rojas, el empresario que estafó a los trabajadores de Tiempo Argentino y pretendió desmantelar el diario. Lo que vislumbraron en los diarios era hacerlo declarar contra el gobernador de Formosa, Gildo Insfrán. 

Los mecanismos son siempre parecidos: usar un aparato de inteligencia para coaccionar ciudadanos –más allá de que sean culpables o no– a declarar cosas que tanto pueden ser ciertas como falsas. 

Pdvsa

La operación para convertir en arrepentido a Gonzalo Brusa Duvat, que trabajo en Pdvsa Argentina, tiene las mismas características. Lo amenazaron con una causa judicial en el fuero penal económico, pero le dijeron que harían desaparecer ese expediente si aceptaba declarar como arrepentido ante Stornelli. 

Una vez que lo ablandaron con la amenaza de la causa en contra suya, D’Alessio y el periodista Daniel Santoro concretaron notas periodísticas y la declaración de Brusa Duvat como arrepentido, algo anunciado con bombos y platillos en decenas de audios y whatsapp. El juez sostiene que no tiene en claro el papel exacto de Santoro en lo ocurrido, pero considera que su papel y el de otros periodistas debe ser analizado. En forma tácita igualmente deja entrever que no se entiende como un falso abogado es utilizado como gran referente y artífice de operaciones de esta naturaleza. 

Más grave todavía es que D’Alessio ingresa a Comodoro Py y luego a la fiscalía de Stornelli sin ser abogado y sin tener matrícula. Los empleados del fiscal le entregan luego una copia de la declaración –algo inaudito– que D’Alessio luego le manda por whatsapp a otro periodista, Eduardo Feinman. 

Hay una larga serie de chats entre Stornelli y D’Alessio donde pactan por dónde va entrar Brusa Duvat, que le van a poner un chaleco y todo el show al ingreso y a la salida del edificio de Retiro. D’Alessio hasta le pide un lugar para estacionar en Comodoro Py. 

Democracia

El juez Ramos Padilla concluye procesando, con prisión preventiva, a Marcelo D’Alessio como parte de una asociación ilícita. Un dato asombroso es que el magistrado transcribe una escucha telefónica en la que el falso abogado habla con una persona identificada como Andrés Goldemberg. El diálogo se produjo el 4 de febrero a las 22.01. En esa conversación D’Alessio le dijo a Goldemberg que “estoy a tu disposición si hay que extraer a alguien”. ¿Qué significa extraer? Sacar a alguien del país en vuelos no detectables. Incluso menciona que está en condiciones de proveer un avión de 14 plazas para realizar la operación. Es un tema que Ramos Padilla seguirá investigando, pero justamente ordena la prisión preventiva por esta capacidad de operar, por las armas –inexplicables por lo sofisticadas– que se encontraron en la vivienda de D’Alessio y porque la investigación recién está en los comienzos. 

El punto clave de todo el procesamiento es que considera que existe una comunión entre servicios de inteligencia y justicia que atentan contra el sistema democrático. En otras palabras que se utilizan extorsiones, coacciones, carpetazos, causas falsas, abogados truchos para exigirle plata a ciudadanos, pero más que eso para armar y dirigir causas judiciales.