Medio Oriente al pan

Pablo Mehanna

A paso firme, el shawarma se expande en la ciudad de Buenos Aires, no siempre con la misma suerte: los hay regulares, otros que son deliciosos y algunas más que son francamente malos. Muy cerca del túnel que cruza las vías del Urquiza, en el límite entre Coghlan y Belgrano, se encuentra uno de los buenos: Rami, un antro en donde se rinde culto a este bocado tantas veces bastardeado. Un pequeño local sobre Av. Monroe para comer al paso: cuatro mesas, algunas banquetas para acodarse en unas barras sobre la pared y un mostrador que exhibe especialidades de la comida armenia y árabe. Más atrás, la máquina que gira y gira sobre el fuego vertical, generando el olor característico de la carne asada con especias. Detrás del mostrador, manos sirias arman casi sin pausa uno de los mejores shawarmas de la ciudad. Para lograrlo, dicen, el único secreto es la calidad de la materia prima: pan pita fresco apenas calentado sobre la columna de fuego y bola de lomo de buena calidad cortada en lonjas, sin nervios ni texturas desagradables. La carne sale tierna y jugosa, apenas rosada en su interior, en el punto óptimo de cocción. El armado se completa con cebolla morada, tomate y una salsa a base de tahine (pasta de sésamo) y yogur de elaboración propia que le da una muy bienvenida frescura al conjunto. Un sandwich contundente y muy sabroso, por apenas $135, una verdadera ganga en los tiempos aciagos que corren. 

A tono con el origen del dueño, la carta también ofrece hummus, mutabbel (berenjenas con tahine), hojas de parra rellenas, keppe frito y al horno. También hay empanadas árabes cerradas (fatay) y abiertas (lahmadjun) a $45 la unidad, aunque antes de pedir conviene preguntar si está encendido el horno; en caso contrario, las calientan en microondas, arruinando la textura de la miga. Completan la carta algunos postres, como la baklava o los deditos de hojaldre y nuez ($110/$130). 

El horario es amplio y hacen envíos de 20 a 23. Pero lo mejor, en el caso de Rami, es siempre acercarse al lugar y pedir un shawarma en el momento, recién salido y con el pan calentito.

Rami queda en Monroe 3411. Teléfono: 4545-2879. Horario de atención: lunes a sábados, de 12 a 23.


La apuesta asiática

Pablo Mehanna

En Caballito, sobre la señorial Pedro Goyena, donde las casonas se van rindiendo ante el implacable avance inmobiliario, se conformó un pequeño polo gastronómico de unas 10 cuadras de largo, entre Av. La Plata y Emilio Mitre. Y si bien al principio mandaba la diversidad, en los últimos tiempos pareciera ser que solamente abren cervecerías, en un monólogo tan repetido como aburrido. Por eso es bienvenida la apertura de Kong, una propuesta distinta, que con apenas tres semanas de vida apunta sus cañones a la comida rápida de origen asiático.

El local tiene una puesta bien pensada: una enorme barra en forma de “L”, techos altos que dan una sensación de amplitud y una iluminación con faroles de los que se utilizan en las veredas muy original. Para los que prefieran un ambiente más tranquilo (la música en el interior suena a buen volumen, aunque sin aturdir), lo mejor será elegir algunas de las mesas en el exterior, ubicadas bajo las ramas de añosas tipas.

La propuesta de la cocina recorre sabores asiáticos sin origen estricto. Entre lo más rico, está el banh mi ($200), una versión del clásico sándwich vietnamita de cerdo laqueado que se sirve con pickles de zanahoria y nabo, pepino, cebolla de verdeo y cilantro fresco. Si bien se podría mejorar el pan (acaban de abrir), el resultado es bueno y se adivinan buenas intenciones. También son recomendables los buns de pollo frito ($190 las dos unidades), con buen contraste entre el crocante, la crema de maní y un curry verde. No es mala pedir picante extra, ya que por default los platos salen de la cocina adaptados al paladar porteño promedio. La carta también ofrece dumplings (fritos o al horno), rolls con papel de arroz, unas alitas de pollo fritas con picante y un curry del dia ($290). Para beber hay cerveza Patagonia tirada y algún porrón, y una barra todavía muy nueva con cócteles con toques de autor.  

Con apenas semanas de vida, Kong arma su propio camino, en un recorrido por los sabores callejeros del inabarcable continente asiático.  

Kong queda en Pedro Goyena 262. Horario de atención: todos los días de 20.30 al cierre.


De tapas por Madrí

Pablo Mehanna

Todavía reluciente, con un mes de vida, abrió sus puertas Madrí, un bar dedicado a las tapas, como esos que abundan en la capital española. Luego de una entrada que parece embutida en la pared, surge un local amplio de paredes despojadas, con varias mesas y un ventanal a un patio techado. El principal atractivo del local es una enorme y seductora barra en la cual, mediante un sistema que combina una cinta e imanes, circulan las tapas montadas sobre pequeños platitos. El comensal ve los platos en movimiento, mientras un cocinero arma cada bocado en la pequeña isla en el interior de la barra. El sistema es sencillo y adictivo: se toma de la cinta lo que uno quiera comer, acumulando los platitos. Al final, se cuenta y se paga, a razón de $80 cada uno. Un posible recorrido arranca por una muy buena tostada con queso de cabra, brie, manzana y nueces (usan quesos de Piedras Blancas, de lo mejor del mercado nacional). Recomendable la foccacia con sardinas curadas y los huevos rotos sobre papas fritas con virutas de jamón. Es muy rico también el tartare de salmón, servido sobre una muy poco ortodoxa galleta de arroz frito que funciona a la perfección. A todo esto se suma un buen jamón crudo español, la ineludible tortilla, unas bombas de papa con langostinos y callos de vieiras a la parmesana, entre otros.

Si bien el lugar recién está abriendo y quedan detalles por ajustar, se nota el esmero y el cariño puesto en lo que sirven, así como una buena selección de materias primas (oliva extra virgen, huevos de yemas naranjas, quesos y jamón de calidad). Para beber, una buena opción es la la sidra 1888 con limón y hielo ($60 el vaso). También hay cerveza Imperial tirada por pinta o caña y tragos directos como Fernet con Cola o Campari con naranja ($180), además de una breve carta de vinos con seis etiquetas nacionales y otras tantas de origen español (Navarra, Castilla y Rioja). 

La apertura de Madrí es una buena noticia, en una ciudad porteña con lazos afectivos con España más que evidentes, pero donde no abundan los lugares donde comer ricas tapas junto a una caña de cerveza.

Madrí queda en Carranza 1859. Teléfono: 4045-9461. Horario de atención: martes a domingos, de 19 a 1; sábados y domingos, de 13 a 16.