El Presidente, Mauricio Macri, se refirió a supuestas mejoras en la obra  pública, a pesar de que los últimos datos le dan la espalda. El mandatario ofreció una imagen expansiva del Gobierno en ese orden, con proyectos “fundamentales que había que hacer y que nadie hacía porque demoraban tiempo y tenían por lo tanto poco rédito político”. “Cada obra que se termina genera una nueva oportunidad. Esa ruta o autopista que se inaugura permite que lo que se produce sea transportado bajando costos y reduciendo tiempos, además de generar seguridad y evitar accidentes”, dijo. Sin embargo, las declaraciones del mandatario no guardan relación con la situación actual del sector y de la construcción en general. 

En el Presupuesto nacional para este año se aplicó una poda equivalente al 0,7 por ciento del Producto Bruto Interno (PBI) en los gastos de capital, concepto que contempla fundamentalmente a la obra pública, ya sea a través del rubro inversión real directa o vía transferencias de capital a provincias, municipios y organismos descentralizados. En términos reales, la caída respecto a los desembolsos proyectados para 2018 es del 46 por ciento.

En diciembre pasado, la construcción registró un nivel de actividad 20,5 por ciento más bajo que en el mismo mes de 2017, según los últimos datos del Indec. La encuesta del mismo organismo entre los contratistas de la obra pública arrojó el siguiente resultado: en diciembre, el 59,1 por ciento opinó que el nivel de la actividad disminuiría durante el período enero 2019-marzo 2019; el 36,4 por ciento creía que no habría cambios y apenas el 4,5 por cieno, que iba a aumentar. Según el último informe del Ieric, en diciembre se perdieron 9000 puestos de trabajo en la construcción en relación a noviembre por el cierre de 243 constructoras.

El CEPA recopiló otra serie de datos que muestra el deterioro de la situación socio-económica, en contraposición con el discurso de Macri. En 2018 se destruyeron 191 mil puestos de trabajo registrados, mientras que la economía esta año terminaría un 3,5 por ciento más chica que en 2015 y el PBI per cápita medido en dólares, con una baja del 30 por ciento. La deuda per cápita en pesos subió un 420 por ciento desde 2015 y la pobreza aumentó un 5,8 por ciento en el segundo semestre de 2018.