¿Tirar los dados? ¿Elegir al voleo, echarlo a la suerte? El universo de las series es demasiado amplio, y el tiempo no abunda: aquí una pequeña guía para el fin de semana.

The Deuce (HBO). David Simon, creador de The Wire, lo hizo de nuevo. The Deuce tiene demasiados elementos ganadores como para no ser un acierto: un escenario tan atractivo como los viciosos alrededores del Times Square neoyorquino en los ’70, un elenco extraordinario y una banda de sonido  con el enorme Curtis Mayfield en el tema de apertura, “(Don’t Worry) If There’s a Hell Below, We’re All Going to Go”. Maggie Gyllenhaal es Eileen de día y la prostituta Candy de noche, hasta que empieza a abrirse paso en la floreciente industria del porno, primero como actriz y luego como productora; James Franco hace no uno sino dos papeles, el del dueño de un bar y su hermano ludópata... y ambos bien. En el medio andan, claro, los cafishios, la policía corrupta y la mafia de los sindicatos, en un formidable retrato de época que este año tendrá su tercera y última temporada.

 

Atlanta (Fox)

Bajo ese nombre aparentemente tan poco atractivo se esconde una de las comedias más deformes del universo afroamericano. Su principal motor es Donald Glover, creador, director, productor y protagonista de una serie que utiliza como excusa la escena rap de Atlanta para desplegar un universo de vínculos humanos a veces sostenidos por el mero absurdo. El medio tono con el que Glover lleva a su “Earn” Marks es esencial para evitar los subrayados, y además allí está su contraparte, el primo Alfred “Paper Boi” Miles, del que nunca termina de definirse si es un rapper genial o un gordito que nunca llegará a nada, al borde del ridículo. Sus breves episodios (poco más de media hora) pueden dejar momentos absolutamente geniales como la larga escena de espera en una comisaría en “Streets on Lock”, el segundo episodio. Y todo recién está comenzando.

 

Happy! (Netflix).

Un ex policía absolutamente desquiciado y ahora dedicado al asesinato privado sufre una experiencia al borde de la muerte y, al regresar, se encuentra en compañía del amigo imaginario de una niña: un unicornio volador, azul y parlanchín que quiere que resuelva un caso urgente de secuestro. Basada en un comic de Grant Morrison y Darick Robertson, Happy! es de esas series que uno desearía no haber visto para poder volver a sorprenderse: con solo las escenas de la ambulancia en el primer episodio y la partida de póker del segundo hay suficiente para descostillarse, pero todavía hay mucho más para dejarse llevar. Personajes demenciales, hiperviolencia, un humor absolutamente irracional y el capolavoro de Christopher Meloni ponen a esta serie en el estante de las imprescindibles. Atención: a fines de este mes llega la segunda temporada.