Hoy a las 19:30, con Susana Rosano y Rafael Bielsa, se presenta en el auditorio de la librería Homo Sapiens (Sarmiento 829, planta alta, Rosario) La muerte duplicada, sexto libro de poemas de Sebastián Riestra (Rosario, 1963).

Su autor definió anteayer a este poemario, recién salido de imprenta por editorial Homo Sapiens, como "un libro urgente". Al correr de las páginas se descubre, por ejemplo, que el título de uno de los mejores poemas (el de la 63) es simplemente el apellido del actual presidente de la República Argentina. Fue uno de los primeros que escribió, cuenta. Salió casi junto con el resultado de las elecciones de 2015.

Pero el haber sabido dar forma literaria a la bronca de tantos argentinos por las realidades y sueños destrozados en menos de un lustro no es el único logro de este libro, que actualiza dos pasados políticos recientes: el de la última dictadura y el olvidado, el de inmediatamente antes.

Esta obra viene a deconstruir mitos cristalizados y cristianizantes, martirologios y hagiografías seculares. Viene a mostrar con rigor filosófico existencialista lo absurdo de aquellas muertes. Pero viene también a imaginar unas postrimerías para los desaparecidos, a quienes renombra como "los muertos". Y los hace hablar, decir: "Nos quedamos sin pies/ para entrar en el mar/ y sin manos/ para abrir un libro/ o alzar una copa (…) Sólo tenemos/ tiempo, todo el tiempo del mundo/ para recordar…".

La muerte duplicada trae al presente, por donde menos se lo pensaba, la posibilidad de una espiritualidad moderna, espiritista diríase; el término suena raro pero vale recordar que el espiritismo irrumpió en medio del materialista siglo XIX como "fe razonada" mediante la obra sistemática del pedagogo francés Allan Kardec. Y esto que Riestra desliza como mera sospecha o serie de preguntas ya constituye una cuña en la hegemonía del pensamiento positivista ilustrado al que se viene aferrando ciegamente desde la post dictadura la poesía argentina, si es que existe una poesía específicamente nacional. Y si no hubiera existido hasta la fecha, la estaría fundando este libro.

Pero hay más aún. Tramos enteros de La muerte duplicada son unos artefactos textuales muy difíciles de catalogar como "poemas". "El barro", los ha llamado informalmente su autor. Se trata de listas, ordenadas por rubros, sustentadas en una memoria vivida de los últimos años '60 y los primeros '70; memoria viva que a la hora de investigar fue ayudada por búsquedas, reales o virtuales. Las listas enumeran los efímeros detalles de época de aquel país donde los muertos (los asesinados por la dictadura) todavía estaban vivos. Los detalles crean una ilusión holográfica de aquellas vidas ausentes.

Marcas de autos, marcas de cigarrillos, prendas de vestir, cada lista responde a una pregunta: "¿Y qué bebían?" "¿Y qué comían?" Los títulos de películas y libros hablan de una cultura perdida; los recuerdos de costumbres (en la tradición de la narrativa de su padre, Jorge Riestra) buscan reconstruir un mundo que se perdió: las sociabilidades arrasadas por el capitalismo.

Cánticos políticos, citados a razón de uno por línea, no sólo resuenan en los del presente ("Pueblo que escuchas, únete a la lucha") sino que evocan las rimas creadas por el pueblo, sus apodos ("el Tío" Cámpora), sus palabras desafiantes escupidas con alegría revolucionaria a la cara del poder. Eran los cantitos multitudinarios de las agrupaciones populares, cuyos nombres también constan; son obras colectivas preexistentes que corren peligro de ser olvidadas si nadie las recuerda. No es preciso que el poeta las invente; sí, que deje constancia.

Como Kardec, entrevistador de espíritus, el autor se sitúa en el rol de compilador. En este sentido, estas zonas documentales de la obra reviven un procedimiento que fue inaugurado por las vanguardias: el ready made, la rodaja de realidad preformada e inserta en la obra, ya sea cocida o cruda, con o sin intervenciones del artista. Si bien en la plástica el procedimiento del ready made (lo mismo que el de la investigación) está sólidamente canonizado, la literatura parecía haberlo olvidado.

Hay todo un proyecto de exposición esbozado en este libro. La pregunta que lo abre, por otra parte, retoma el motivo clásico del ubi sunt, atravesado por su uso como bandera política: "¿Dónde están?".

La tragedia que se despliega en La muerte duplicada es la del sacrificio inútil. Aquellos muertos no murieron para que la Patria viviera; los mataron, y a la Patria también. Hablando mal y pronto, votar a Mauricio Macri fue matarlos dos veces. Escribiendo bien, reflexiona Riestra en sus epigramas conceptistas sobre el devenir de una clase obrera convertida en su propia enemiga: "Los pobres ya no odian a nadie/ excepto a sí mismos".