“¡Nunca estuve en Buenos Aires, pero siempre quise ir”, le afirma Tamaryn Brown, más conocida artísticamente solo por su nombre de pila, al NO. “Salvo por los hermosos mercados de antigüedades que me dijeron que tiene, no sé mucho más de la ciudad. Tampoco conozco grupos o solistas de allí. Pero aunque no es músico, soy fan de Gaspar Noé.” La cantautora neozelandesa, establecida en la ciudad estadounidense de Los Angeles, debutará en la capital argentina de la mano de Dreaming the Dark, su más reciente álbum, que fue publicado en marzo del año pasado y tiene edición local gracias al sello Casa del Puente. Pasaron cuatro años entre la aparición de su anterior trabajo de estudio, Cranekiss, y ese cuarto disco. “Hubo un montón de cosas personales que sucedieron entre un disco y otro. Murió un amigo muy querido, por ejemplo, por lo que quise descansar de la música por un tiempo. Si bien me encantó lo que pasó con Cranekiss, la gira no fue divertida. Ahora estoy en un lugar mucho más centrado que supera cualquier motivo profesional.”

Luego de que ella trabajara el año pasado en el primer single de Jorge Elbrecht, Here Lies, el músico y artista visual costarricense le devolvió el favor participando en la producción y composición del flamante álbum de la oceánica. Y eso ocasionó que la propuesta de Cranekiss, amparada por la conjunción de shoegaze, dream pop, post punk y rock gótico, tomara un giro más synth pop e incluso hip-hopero para el nuevo disco. De eso dio fe el corte promocional Fits of Rage, que refleja esa ampliación de sonido mezclando melodías de los ‘80 con inflexiones vocales propias del punk. “Estaba escuchando tanto a Kanye West como a Nine Inch Nails cuando pensaba en la dirección de la producción”, reconoce Tamaryn por mail. “Siento que mi disco intenta capturar esa relación, a la que le sumaría una influencia como Tears for Fears. Tiene estructuras de canciones clásicas, y voces fuertes con mucha intención detrás de ellas, aunque también incluye ritmos modernos. No quise hacer un disco que pareciera una vaga impresión de algo del pasado.”

¿El título de tu nuevo álbum está inspirado en el libro del mismo nombre de Starhawk?

--¡Sí! Si bien significa muchas cosas para mí, originalmente está inspirado en el libro. Fue en una foto que tomé en mi apartamento, y uno de mis colaboradores, Jordan Collins, la vio y puso su nombre en un demo.

Las canciones de Dreaming the Dark evidencian una madurez lírica. A diferencia de tus otros discos, pareciera que en éste te estás haciendo cargo, y en primera persona, de lo que te pasa.

--Cuando empecé a hacer música, mi objetivo era hacer algo emocional y sónicamente interesante. Pero no me interesaba ser el centro de atención. Era muy pequeña en la escala de las fotos de prensa, nunca quise mostrar mi rostro, siempre luchaba con eso. Aunque a medida que sacaba cada producción, lentamente me di cuenta de que quería ser protagonista. Y no se trataba de una decisión narcisista. Me encanta la idea de comunicarme con la gente. Cuanto más me ven, más ven la verdad de la música y más personas pueden conectarse.

Al ver las locaciones que usa Peter Jackson para sus películas, uno supone que Nueva Zelanda es el ambiente ideal para componer shoegaze, dream pop y hasta rock gótico. ¿Cuánto pesa ese ambiente al hacer tu música?

--En mi caso, sólo quería hacer canciones geniales. Las guitarras exuberantes y de ensueño eran una forma fácil de crear una paleta sonora atractiva. Probablemente siempre tenga elementos de shoegaze en mis discos, pero también exploro muchos otros sonidos.

Con su show de este sábado en La Tangente, Tamaryn se sumará al selecto grupo de artistas neozelandeses que actuaron en Buenos Aires, junto a Connan Mockasin, Lorde y The Datsuns. Todos artífices que , al igual que Crowded House, se convirtieron en las referencias musicales de ese país. Y esta fabulosa colorada, tanto por su música como por su historia, amenaza con sumarse a ese lote. Su educación fue tan variopinta que, antes de mudarse a Estados Unidos, en los ‘80, vivió en una comunidad hippie en el desierto de la nación oceánica. Quizá eso fue lo que permitió que, luego de una década de trayectoria, su visión musical, en la que erige estructuras sonoras poderosas y espacios íntimos definitorios, se haya mantenido inquebrantable.

“Este ha sido mi mejor año”, asegura la artista. “Si pensás en la música como un producto que querés vender, entonces te quedás corto, porque debería ser algo que usás para trascender esta realidad de mierda en la que estamos todos. Debería ser lo que solemos hacer para cada uno, más allá del miedo a vivir en la sociedad en que la estamos actualmente. Hice el disco más honesto y hermoso que pude. Al momento de hacerlo, nunca pensé en quién lo iba a editar ni qué sucedería con las canciones. Por más que después imaginé la paleta sonora o el estilo de producción, Dreaming the Dark fue un proceso espiritual.”

* Tamaryn tocará el sábado 16 a las 21 en La Tangente, Honduras 5317.