El Gobierno publicó ayer la renovación por el período de un año del bono fiscal para fabricantes de bienes de capital. El beneficio le permite reducir la carga de impuestos nacionales a fabricantes de maquinaria general y agrícola, herramientas, equipos hospitalarios, carroceros o buses para uso urbano. Se trata de sectores por lo general movilizados por la inversión productiva doméstica y que por lo tanto están muy afectados por la crisis económica. Entre los casos más salientes está el cierre de Metalpar, principal empresa carrocera del país, y la fuerte caída de la producción de los fabricantes de maquinaria agrícola a raíz de la sequía del año pasado y el aumento de las importaciones. A pesar de ese contexto negativo, el Gobierno redujo el beneficio para bienes de capital.

 El bono alcanza a 1500 fabricantes de bienes de capital que emplean a unas 75 mil personas. Según los últimos datos de Adimra, el segundo semestre del año pasado registró una caída del nivel de actividad de la metalmecánica del 7,1 por ciento interanual, hasta utilizar apenas un 53 por ciento de la capacidad industrial instalada. Carrocerías, remolques y semirremolques registró una caída semestral del 20,1 por ciento y maquinaria agrícola, del 15,7. El capítulo de bienes de capital bajó 3,2 y equipamiento médico, un 2,2.

 El bono fiscal para el sector puede utilizarse para pagar impuestos nacionales y también para pagar a proveedores y que éstos lo usen para afrontar obligaciones tributarias. También se utiliza para reducir el precio de venta que enfrenta el cliente. Hasta 2016 equivalía a un 14 por ciento de la facturación, pero a partir de 2017 comenzó a reducir su peso relativo. Se cambió el sistema de medida, al hacerlo depender de la estructura de costos, y en líneas generales bajó su importancia a menos del 8 por ciento de las ventas en promedio, advierten fuentes del sector metalúrgico. Sobre esa base recortada, en 2018 se aplicó un coeficiente del 0,8, que achicó aún más el beneficio. Y este año se definió un coeficiente del 0,5 para grandes empresas y 0,6 para las pymes, lo cual reduce aún más el impacto del beneficio. Por otro lado, hay una recompensación al desarrollo de productos e inversión en tecnología. El achicamiento del bono está relacionado con el ajuste fiscal.

 Para Aldo Lo Russo, de Camima, “el bono importa cuando hay movimiento de producción. Hoy todas las líneas están paradas, con el caso claro de la industria de la maquinaria agrícola, que está frenada porque se saturó el mercado y los productores sólo gastan en cubiertas, combustible y cadenas pero no renuevan la máquina”. Otras fuentes del sector de bienes de capital advierten que “el bono fiscal siempre ha sido importante, a pesar de problemas de cobro y financieros como lo que pasó el año pasado, que se presentaron las planillas en marzo con el dólar a 19 y se cobró en octubre con el dólar a 40 pesos”.