Raúl Alfonsín era hincha de Independiente. Dicen que no jugaba bien al fútbol. Durante su presidencia –del 10 de diciembre del 83 al 8 de julio del 89– el equipo de Bochini y Pastoriza jugó y ganó la final Intercontinental contra el Liverpool inglés en Tokio. Fue en 1984, dos después de la guerra de Malvinas. El primer enfrentamiento de gran relevancia entre argentinos e ingleses tras el conflicto bélico. Un grupo de políticos había pedido que en su camiseta el Rojo llevara un dibujo de las islas. La idea no prosperó. El otro gran choque deportivo entre ambos países ocurrió en el Mundial de México, el 22 de junio de 1986, cuando Argentina ganó 2 a 1 con los recordadísimos goles de Maradona. Pocos pudieron –o quisieron– abstraerse del clima bélico.

El seleccionado de Bilardo y Maradona no la pasó bien en los tiempos previos al Mundial. El técnico decía que desde el gobierno alfonsinista lo querían despedir. Ocurrió a partir de que el entonces secretario de Deporte, Rodolfo O’Reilly, con raíces en el rugby, dijo públicamente que el equipo no andaba. Christian Rémoli, director junto a Juan Baldana de Raúl (la democracia desde adentro), el documental sobre la vida del ex presidente Alfonsín pronto a estrenarse, recuerda aquel episodio deportivo:

“Alfonsín estaba reunido con Nosiglia, Stubrin, Storani y “Michingo” O’Reilly hablando de la Ley del Punto Final y en un momento, dice Michingo, Alfonsín lo miró y le preguntó cuándo iba a echar a Bilardo. A lo que le contesta que no puede. ‘Pero ponele a alguien al lado’, pidió Alfonsín. Cuando O’Reilly se comunica con Grondona, le contesta con la famosa frase: ‘Michingo, dedicate al rugby que de fútbol no entendés un carajo’. Fue más una charla de asado que un intento de echar a un técnico”.

“A pesar de las presiones de los grandes medios monopólicos que lo querían echar y lo presionaron, debemos agradecer esa imagen posterior de Maradona y los jugadores en el balcón de la Rosada con la copa alzada y la gente enfervorizada y emocionada en la Plaza. Es un claro ejemplo de que hacía lo que le parecía correcto sin quedar bien con la mayoría. Algo que hoy se ha perdido. Alfonsín decía lo que quería decir. Menos mal, porque si no el más grande de todos los tiempos no hubiera sido la figura que hoy nos inmortaliza en el mundo del fútbol. El Diego es un poco el Diego gracias a Alfonsín, también. Porque sin Bilardo no hubiese habido Copa”, agrega Almada.

Ambos coinciden ante Líbero en “el gran gesto” de Alfonsín de dejar el balcón sólo para los jugadores y lo contraponen al de Carlos Menem, quien sí se mostró en público en el mismo escenario cuando en 1990 se celebró el subcampeonato en el Mundial de Italia.

A estrenarse en el Bafici, Raúl (la democracia desde adentro) es un documental de casi cuatro horas dirigido por los periodistas Christian Rémoli y Juan Baldana y producido para Koala Contenidos. Historia pura y bien contada, el trabajo ahonda en los ‘80 pero también en los ‘60 y ‘70, cuando Alfonsín iniciaba su carrera política. 

Entre otros entrevistados aparecen Nora Cortiñas, Hugo Moyano, Graciela Fernández Meijide y Federico Storani. Hay recuerdos como el de Ernesto Sábato al frente de la Conadep o el de Alfonsín devolviéndole en la misma Casa Blanca a Ronald Reagan, entonces presidente de los Estados Unidos, que “no se pueden hacer reajustes que recaigan en los que menos tienen”. No faltan guiños futboleros, como cuando se cuenta que el icónico saludo alfonsinista de campaña en el que se unían las manos y se movían hacia atrás y a un costado surgió porque el publicista David Ratto le contó que así saludaba desde la platea a sus amigos de la popular cada vez que iba a la cancha de Almagro.

El período presidencial de Alfonsín estuvo también marcado por un aumento de violencia en las canchas de fútbol, algo que se insinuaba en los últimos tiempos de la dictadura y que se incrementó notablemente desde el menemismo a nuestros días. 23 casos fatales bajo el gobierno alfonsinista refieren datos alarmantes. Pero lo que vino fue aún peor.

En otros ámbitos deportivos no hubo avances. La Ley Nacional del Deporte (20.655), sancionada el 21 de marzo de 1974, tuvo que esperar hasta 1989 para ser sancionada. 

“Sobre Alfonsín tengo todavía una mirada contradictoria, crítica. Es un personaje complejo al que no se lo puede definir en términos de blanco sobre negro”, dice Rémoli; y agrega que “es muy difícil de encontrar hoy un político tan abocado a su partido. Porque nunca rompió con la UCR. Se lo recuerda como un político honesto, que es verdad, pero tuvo otras cualidades que se verán en el documental. Cualidades por sobre la honestidad. Perteneció a una generación para la que la honestidad era algo normal, como cepillarte los dientes”.

Para Almada “Alfonsín fue más que un hombre honesto. Agarró el país endeudado y hundido en el pozo más profundo. A pesar de ello, no dejó de pensar ni un minuto en la gente. Soñó y luchó por un Estado fuerte y consolidado en las tres bases fundamentales para ser lo que se debe ser. Un Estado con salud, educación y cultura”. Y enumera: “Luchó y encarceló a los militares iniciando la Conadep, enfrentó a los medios monopólicos sin temblar, le dijo a la Iglesia las cosas en la cara, se plantó en la Rural ante los oligarcas del campo, luchó de verdad por los derechos de la mujer, promulgó la Ley del Divorcio”.

Nacido en Chascomús el 12 de marzo de 1927, Alfonsín falleció el 31 de marzo de 2009. El trabajo de Rémoli y Aldama aparece como una buena posibilidad de recordar a diez de su muerte al hombre que devolvió la esperanza y la alegría a un pueblo asustado, golpeado y asesinado por la más sangrienta dictadura militar.